Guía pedagógica para la conmemoración del 4 de junio de 2022

En 1982 la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas declaró el 4 de junio como el “Día Internacional de los Niños Víctimas Inocentes de Agresión”. Dicha fecha tenía como objetivo reconocer las vulneraciones a las que eran sometidos los niños y las niñas en el contexto de las guerras internacionales y los conflictos armados, así como redoblar esfuerzos por parte de los Estados miembros para evitar que los menores de edad fueran afectados por las confrontaciones bélicas. Lastimosamente, esta es una realidad que no ha cesado alrededor del mundo, pues los niños y las niñas siguen siendo afectados por la violencia desatada por distintos actores armados. 

No hay que ir muy lejos para evidenciar estas afectaciones, pues en Colombia los derechos de Niños, Niñas y Adolescentes (NNA) han sido sistemáticamente vulnerados en el marco del conflicto interno armado. Desde el reclutamiento en las filas de grupos armados, pasando por el desplazamiento forzado, hasta llegar a los obstáculos impuestos por la guerra para educarse y jugar, los menores de edad en nuestro país han visto su vida profundamente afectada por la guerra. De las 9.278.531 personas registradas en el Registro Único de Víctimas, 2.040.028 son menores de edad, y de esas, 983.980 son niños y niñas entre 0 y 11 años. De tal manera, el 4 de junio en Colombia adquiere una especial relevancia para reconocer esta dolorosa realidad e idear acciones para evitar que NNA vuelvan a sufrir estos hechos y vean afectadas sus trayectorias de vida por el ruido de las armas. 

Esta fecha también es una oportunidad para reflexionar sobre cómo hacer realidad los derechos de la niñez en nuestro país y, en particular, el derecho a la paz. Por supuesto, esto no solo implica encaminar todos nuestros esfuerzos a terminar el conflicto armado en Colombia por medio de una solución negociada, sino también garantizar unas condiciones de vida digna para toda la población y, en particular, para NNA. Por esta razón, es importante conocer cuáles son las ideas y propuestas que tienen los menores de edad alrededor de la paz y qué implica para ellos y ellas que este derecho les sea garantizado. Esta guía pedagógica le apunta justamente a este objetivo. 

Reconociendo a niños, niñas y adolescentes como sujetos políticos que cuentan con ideas de transformación y con capacidad para analizar y reflexionar sobre sus condiciones de vida, la Secretaría de Educación del Distrito y el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación ponen a disposición de las comunidades educativas de Bogotá esta guía pedagógica para la conmemoración del 4 de junio en todas las instituciones educativas. En este año, hemos querido centrar las reflexiones de este hito conmemorativo en el derecho a la paz de NNAJ, partiendo de la necesidad de que las escuelas se conviertan en territorios desde los cuales es posible imaginar acciones de transformación que hagan posible que nunca más se repita la violencia contra los menores de edad. Esta guía fue construida entre la Dirección de Inclusión e Integración de Poblaciones y la Dirección de Participación y Relaciones Interinstitucionales de la Secretaría de Educación del Distrito, junto con el equipo de pedagogía del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación.

 

Jorge Enrique Useche: memoria y verdad de la comunidad universitaria

Por Fernanda Espinosa, equipo Centro de Memoria, Paz y Reconciliación.

Hace 57 años fue asesinado en el centro de Bogotá el joven Jorge Enrique Useche, en el marco de las movilizaciones estudiantiles de mayo de 1965. En primera instancia, la década de 1960 puede verse como una época alejada de nuestro presente. Sin embargo, desde la memoria de lo ocurrido podemos pensar el presente que vivimos y las búsquedas de esclarecimiento y verdad que hoy se adelantan en el país.

Las movilizaciones de 1965

1965 fue un año agitado. Las centrales obreras lanzan una convocatoria a un paro laboral en enero, que hacía eco a la marcha de estudiantes realizada en julio de 1964, en el ambiente había una fuerte agitación estudiantil y demandas del movimiento obrero. Ante el llamado a paro y percibiendo el descontento social, el gobierno de Guillermo León Valencia expidió el Decreto 2351 de 1965 que implicó una mejoría en las condiciones laborales, con la prohibición de despidos sin causa justa, así como con la ampliación de la convocatoria de los tribunales de arbitramiento a solicitud de los trabajadores. A pesar de estos decretos, el descontento social continuaba.

Era un año de crisis económica, y el gobierno intentaba negociar un paquete crediticio con la banca multilateral. En tres ocasiones en el mismo año fue remplazado el ministro de

Hacienda, que logró finalmente un acuerdo parcial con el Banco Mundial. Algunos de los titulares de la época eran precisamente sobre el aumento del desempleo en el país. Fue también un año de fuerte represión militar, con la continuidad de la operación contra las autodefensas campesinas en Marquetalia en febrero y la ocupación militar de la región de El Pato en marzo. Parte de los factores que dieron origen a la guerrilla de las FARC un año después.

En el marco de esta agitación social, se veía el preludio de las elecciones presidenciales de 1966. Se auguraba el debilitamiento del Frente Nacional y la posibilidad de crecer de otras fuerzas políticas distintas al bipartidismo. Aunque sí hubo una votación importante por el candidato de la Alianza Nacional Popular (ANAPO), José Jaramillo Giraldo, que obtuvo el 28% de la votación, fue electo el candidato frentenacionalista Carlos Lleras Restrepo del Partido Liberal.

Como se señala en el libro Idas y venidas, vueltas y revueltas: Protestas sociales en Colombia de Mauricio Archila Neira, “en el segundo semestre (de 1965) hubo de nuevo presencia cívica y laboral. En septiembre y octubre se vivió una oleada de paros nacionales de jueces, maestros, empleados de Telecom, portuarios, Ministerio de Hacienda, Avianca y Croydon. En noviembre se daría la primera huelga en Acerías Paz del Río. A fines de octubre había ocurrido un confuso paro de transportes”.

En este ambiente de inconformidad social, los estudiantes convocan también a jornadas de movilización. La movilización estudiantil venía en ascenso, marcada por la marcha de estudiantes de la Universidad Industrial de Santander (UIS) desde Bucaramanga a Bogotá, realizada en julio de 1964. En mayo de 1965 los estudiantes convocan una movilización rechazando la intervención de Estados Unidos en República Dominicana y en pro de la autonomía universitaria. La Federación Universitaria Nacional (FUN) convoca a un paro nacional estudiantil, que tuvo especial repercusión en la Universidad de Antioquia.

En memoria de Jorge Enrique Useche

Jorge Enrique Useche era un joven estudiante de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, de tan solo 21 años, proveniente de Cúcuta, había llegado a Bogotá a vivir a las residencias universitarias 10 de mayo de la Universidad Nacional. El 20 de mayo una de las marchas estudiantiles se concentró precisamente en la Universidad Jorge Tadeo Lozano, en la calle 23 con carrera quinta. Los y las jóvenes se dirigieron hacia la carrera séptima. A pocas cuadras, sobre la séptima, inició la confrontación entre estudiantes y policías, varios estudiantes resultaron heridos, algunos de gravedad. Useche fue llevado al hospital San Juan de Dios. En la prensa de la época también aparece la noticia de la hospitalización del estudiante de derecho de la Universidad Libre Mario Flórez Moreno. La noche del 21 de mayo a las 10:40 de la noche en el hospital San Juan de Dios falleció Jorge Useche por la contundencia de los golpes recibidos. La noticia de El Tiempo del 22 de mayo de 1965 señaló: ”Useche estuvo permanentemente atendido por especialistas, que realizaron desesperados esfuerzos para conservarle la vida. El estudiante no presentaba fracturas, y se considera que un fuerte golpe pudo haberle ocasionado un derrame interno que a la postre le causó la muerte”.

La noticia se conoció rápidamente entre los estudiantes  y “como medida de precaución” el gobierno nacional encomendó la vigilancia del hospital a la policía militar. El ministro de educación, Pedro Gómez Valderrama, hizo la siguiente declaración a la prensa después de conocer la noticia de la muerte del estudiante:

“Quiero expresar, en nombre del gobierno nacional, el profundo sentimiento que nos embarga por la muerte del estudiante Jorge Enrique Useche, como resultado de los graves incidentes ocurridos el pasado jueves. El gobierno comparte el dolor que embarga a sus familiares, y a los miembros de la universidad de Bogotá, Jorge Tadeo Lozano. Deseo igualmente manifestar que la necesaria investigación ha sido iniciada, y que en ella se agotarán todos los recursos para establecer las sanciones y responsabilidades correspondientes , así como las que se deriven de los hechos ocurridos en los pasados días que tienen considerable gravedad, ya que ellos han resultado heridos y lesionados, estudiantes y miembros de las fuerzas de policía, que actuaban para restablecer el orden.” Sin embargo dicha investigación muy poco avanzó. 

El informe emitido por el director general de la policía, el coronel Bernardo Camacho Leyva, sobre los hechos ocurridos ese 20 de mayo, lamentaba “los excesos” en que pudieron incurrir “algunas” de las unidades bajo su mando, y resaltaba que también fueron heridos agentes de la fuerza pública: “Resultaron con heridas contundentes tres oficiales, tres suboficiales y sesenta y un agentes, de los cuales el agente Nova Jinete Remberto resultó con fractura completa del húmero derecho con cuatro meses de incapacidad y se encuentra hospitalizado en la Clínica de la Policía Nacional”. Además, reportaba tres estudiantes heridos en los hechos. 

El padre del joven Useche pidió al rector de la universidad y al gobierno nacional que el cadáver de su hijo fuera enviado a Cúcuta. Fue trasladado desde Bogotá en las primeras horas de la mañana del 22 de mayo a bordo de un avión militar. En la residencia de sus padres fue velado hasta las 4 de la tarde. El sepelio de Jorge Useche en Cúcuta fue solemne y concurrido. Las honras fúnebres tuvieron lugar en el templo del Perpetuo Socorro y a ellas invitaron el gobernador del departamento, las directivas universitarias, los estudiantes, la Confederación Obrera de Cúcuta y varios familiares y amigos de la familia Useche. Al anochecer Useche recibió sepultura en el cementerio católico de Cúcuta. (El Tiempo, 23 de mayo 1965, p 23)

En Bogotá hubo importantes actos en su memoria ese mismo 22 de mayo de 1965. Una gran peregrinación en silencio encabezada por el rector de la Universidad Nacional, José Félix Patiño y el rector de la Jorge Tadeo Lozano, Fabio Lozano y Lozano. Participaron delegaciones de todas las universidades de la ciudad, de la Asociación Colombiana de Universidades, los rectores, decanos y comisiones especiales de la Nacional, Externado, Libre, Distrital, América, Los Andes y El Rosario. La peregrinación fue hacia el Cementerio Central, donde los estudiantes de la Tadeo levantaron frente a la puerta de la capilla interior un catafalco, con un ataúd de cedro.

Además, ese mismo día hubo un homenaje encabezado por el sacerdote Camilo Torres en la Ciudad Universitaria, que al culminar inició una gran marcha del silencio que cubrió siete cuadras. Esta silenciosa marcha también se dirigió al Cementerio Central donde hizo uso de la palabra en un sentido homenaje Eduardo Umaña Luna, destacado abogado y sociólogo. Posteriormente, los estudiantes se dirigieron al interior del Cementerio, donde depositaron una ofrenda floral y, dirigidos por el sacerdote Camilo Torres, rezaron por el alma del estudiante fallecido.  Por otro lado, un grupo de más de 50 estudiantes marcharon de la Ciudad Universitaria al aeropuerto con el fin de rendirle un homenaje. En estas movilizaciones fueron detenidos varios de ellos .El Consejo Superior Universitario, la Rectoría y el Consejo Académico de la Universidad Nacional de Colombia, que se reunieron extraordinariamente, dejaron “constancia de profundo pesar por el deceso del estudiante. Al registrar la dolorosa noticia, los organismos superiores de la Universidad Nacional han acordado hacer una convocatoria a la conciencia universitaria de Colombia”. También la Universidad Javeriana se pronunció: “como muestra de la solidaridad que debe existir entre las universidades colombianas”, entregó una donación económica a la familia Useche. 

El mismo 21 de mayo de 1965 el gabinete ministerial fue convocado por el Presidente para examinar la situación del país por las huelgas estudiantiles. De esta reunión extraordinaria se emitió la declaratoria de estado de sitio, aduciendo precisamente la agitación estudiantil que se vivía y razones económicas. La medida incluyó el toque de queda en algunas ciudades, el cierre de algunas de las universidades públicas y llevó incluso a consejo verbal de guerra a dirigentes estudiantiles.

Sin embargo, la movilización estudiantil continuó y se unieron nuevas universidades tras la indignación por la muerte de Useche. Las exigencias de la FUN el 24 de mayo de 1965 eran: inmediato retiro del rector de la Universidad de Antioquia, Ignacio Vélez Escobar; castigo a los asesinos de Useche, respeto a la autonomía universitaria, sanción por el allanamiento a la Universidad de Antioquia, aplicación de la tarifa diferencial del transporte para los estudiantes, no envío de tropas militares colombianas a Santo Domingo y lucha contra el estado de sitio. ( Voz Proletaria, 3 de junio de 1965, p 1

Fotografía de Castro Gaitán del archivo del periódico El Tiempo, 23 de mayo de 1965, primera plana.
Fotografía: placa en el hall principal de la Universidad Jorge Tadeo Lozano. Archivo del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación.

En la actualidad, una placa en el hall principal de la Universidad Jorge Tadeo Lozano marca este lugar de memoria dedicado a Jorge Enrique Useche, en la cual se lee: “Como símbolo doloroso y antema inextinguible contra la violencia desatentada y ciega”. En la Cartografía Bogotá Ciudad Memoria desarrollada por el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación aparece marcado el lugar de memoria de los hechos ocurridos en pleno centro de la ciudad. Su presencia en la cartografía nos permite hacer la conexión con otros hechos que marcan la memoria de las resistencias y luchas por la memoria del movimiento estudiantil, como la masacre del 8 y 9 de junio de 1954 o los hechos del 16 de mayo de 1984, que también se conmemoran en la Semana de la Memoria Universitaria.

Conflicto en el campus, la búsqueda de verdad

Recientemente, se han producido distintos informes entregados a la Comisión de la Verdad, que han destacado el alto impacto que tuvo el conflicto armado en las universidades del país. El informe “Memorias de la Universidad Nacional en el Conflicto Armado (1958-2018)”, coordinado por Mauricio Archila, presenta los acontecimientos del asesinato de Jorge Useche como uno de los casos emblemáticos, que fueron seleccionados “con el fin de elaborar patrones de victimización y así tratar de entender las dinámicas y lógicas del conflicto armado en Colombia, especialmente para el mundo universitario.”

Además del informe escrito, la Universidad Nacional ha consolidado y puesto a disposición una línea del tiempo, una cartografía de la memoria del campus y unas bases de datos, consultables acá. Este es un esfuerzo por consolidar un relato histórico sobre cómo el conflicto armado impactó a estudiantes, profesores y administrativos y a toda la vida universitaria entre 1958-2018. Como se puede leer en su portal, “se alimenta de la convicción de que es importante aportar a la reconstrucción conjunta de lo ocurrido a partir de las reflexiones sobre nuestros propios espacios de vida para no repetir en el país episodios como los aquí abordados”.

Sobre las universidades del Caribe se presentó el informe “Conflicto en el campus: una generación que no aprendió a rendirse”, realizado por los comités de investigación de las universidades de Cartagena, Atlántico, Sucre, Magdalena, Córdoba, Popular del Cesar y el Centro Internacional para la Justicia Transicional (ICTJ). En él se destaca el asesinato de 20 estudiantes y trabajadores en la Universidad del Atlántico y el control e impacto paramilitar en la Universidad de Córdoba, dando cuenta de las afectaciones al movimiento estudiantil y al proyecto de vida de los líderes estudiantiles.

Asimismo, la Mesa por la Paz de la Universidad Pontificia Bolivariana presentó el informe “Universidad, verdad y conflicto armado” ante la Comisión de la Verdad, donde se identifican los hechos del conflicto en el departamento de Santander y sus impactos en las universidades de la región.

Sobre la Universidad de Antioquia la Comisión de la Verdad recibió dos informes: “La violencia política y el conflicto armado en la Universidad de Antioquia 1958-2016: Aportes a la memoria y esclarecimiento de sus impactos y relaciones”, por la Unidad Especial de Paz, y la línea de tiempo “50 años de Violencia y resistencia en la Universidad de Antioquia” del proyecto Hacemos Memoria, que aportan a la comprensión sobre las dinámicas y afectaciones del conflicto armado colombiano en su interior entre 1958 y 2018.

En los últimos años se produjeron al menos 18 informes entregados por 11 instituciones educativas a la Comisión de la Verdad. Con estos informes se espera el esclarecimiento de los impactos del conflicto sobre las universidades y comunidad universitaria para que no vuelvan a ocurrir. Recordar casi sesenta años después a Jorge Useche nos permite pensar el presente de la movilización por la memoria y la búsqueda de verdad sobre los impactos del conflicto en los proyectos de vida de líderes estudiantiles y en la comunidad universitaria.

Orientaciones pedagógicas para la implementación de la cátedra de paz

La secretaría de Educación del Distrito. En su propósito de poner a la educación en primer lugar y hacer de Bogotá un epicentro de paz, y el Centro de Memoria Paz y Reconciliación presentan a las comunidades educativas del Distrito la actualización de las orientaciones pedagógicas para la implementación de la Cátedra de Paz en las instituciones educativas. Tomando como referencia lo planteado en la Ley 1732 de 2014 y su decreto reglamentario 1038 de 2015.

RESISTO LUEGO EXISTO 010

Nombre: Diálogos Improbables

Tema: Medio ambiente

Lugar: Nacional

Actores involucrados:

– Organizaciones campesinas

– Organizaciones de mujeres

– Empresa privada

– Movimientos políticos

– Academia

 

Diálogos Improbables es una iniciativa creada por la Oficina del Alto Comisionado para la Paz (OACP) y la sociedad civil, que busca promover acercamientos entre sectores con intereses políticos, económicos y sociales diversos y opuestos alrededor de temas en común: la convivencia social y democrática, actividades de desarrollo económico y social, y asuntos sectoriales, territoriales y rurales.

Conoce más:

9 años de la inauguración de la sede del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación

En 2008 comenzó la construcción física y social del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación. Este proceso hizo parte del largo recorrido de los esfuerzos por la paz en Colombia y ocurrió en un momento de gran movilización por la memoria, la verdad, la justicia y la reparación. 
 
Durante cuatro años se realizaron intercambios con organizaciones sociales y de víctimas, académicos, artistas, gestores culturales, funcionarios, activistas, docentes, representantes de ONGs y de la comunidad internacional, entre otros, y se estructuró un proyecto pionero en el país e innovador a nivel mundial que finalmente se inauguró en el Parque de la Reconciliación de Bogotá el 6 de diciembre de 2012. 
 
El CMPR está ubicado en el antiguo Globo B del Cementerio Central. Su estructura física constituye un Memorial por la Vida, que tiene por corazón un monolito con 2012 tubos de tierra que han sido entregados por víctimas y ciudadanía de toda Colombia, traídos desde territorios de conflicto, violencias, resistencias e iniciativas de paz. 
 
Es un lugar emblemático de Bogotá dedicado a múltiples acciones alrededor de la construcción de memoria, paz y reconciliación. Por ello, ha sido un lugar de incontables actividades de organizaciones sociales y de víctimas. Entre ellas, actividades artísticas, conmemoraciones, procesos de formación y encuentros académicos. 
 
Desde el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación se han apoyado y construido dispositivos pedagógicos y de apropiación social de la memoria fundamentales para la ciudad, que han contribuido al acercamiento de la escuela a los temas de memoria, paz y reconciliación; a la reflexión y valoración de los lugares de memoria en Bogotá, y a promover espacios de sensibilización y debate. 

Guía metodológica: Guardianes de la memoria

Esta guía metodológica es el resultado de la articulación interinstitucional entre la Estrategia Atrapasueños- de la Secretaría Distrital de Integración Social –SDIS, el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación de la Alta Consejería de Paz, Víctimas, y Reconciliación -ACPVR y la Fundación PLAN. Es un ejercicio pedagógico que pretende llegar a Niños, Niñas y Adolescentes víctimas y/o afectados por el conflicto armado y por procesos migratorios de diversas nacionalidades, dicho ejercicio se realizará en diferentes localidades del distrito, con acciones simbólicas que fortalezcan el tejido social y la construcción de memorias individuales y colectivas. Esta es una herramienta pedagógica que se le entrega a la ciudad y puede ser ejecutada con diversas poblaciones, en tanto plantea actividades alrededor de la construcción de memoria y paz. 

El Centro de Memoria, Paz y Reconciliación, como parte de la ACPVR es un instrumento para promover una cultura de paz, reconciliación y respeto por los derechos humanos a partir de la memoria y la verdad histórica y la profundización de la democracia. Así mismo, pretende aportar a la consolidación de Bogotá como epicentro de paz y reconciliación, por medio de la construcción e implementación de una política de memoria distrital. 

La Estrategia Atrapasueños, como parte de la SDIS, aporta a la construcción de paz territorial y es garante de derechos de Niñas, Niños, Adolescentes víctimas y/o afectados por el conflicto armado interno, a través de la articulación de acciones y el acompañamiento psicosocial desde el arte, la pedagogía y la movilización social con el objetivo de reconocer las necesidades y problemáticas desde el diálogo, la escucha, la construcción y la generación de espacios de resignificación de vivencias y afectaciones que se dan o dieron en el marco del conflicto armado. 

La Fundación PLAN es una organización de la sociedad civil colombiana, sin ánimo de lucro, miembro de Plan International. La cual trabaja por la promoción de los derechos de la niñez, con el objetivo de mejorar las condiciones de Niñas, Niños, Adolescentes y Jóvenes que viven en situación de extrema vulnerabilidad, generando un fortalecimiento en sus habilidades de liderazgo para la gestión de su propio desarrollo a largo plazo. Para lograr estos objetivos se realiza un acompañamiento pedagógico interdisciplinar y psicosocial integral, enfocado en Niñas, Niños, Adolescentes y Jóvenes migrantes promoviendo espacios de expresión a través del reconocimiento de los saberes propios mediante técnicas artísticas en los cuales se reconocen sus memorias y sus experiencias para generar procesos de resiliencia.

Un antimuseo desde el sur por la memoria del Paro

Por María Flórezequipo del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación – 10 de Agosto de 2021

Un museo para hacer pedagogía sobre los derechos humanos y para hacer memoria del último Paro Nacional. Esa es la apuesta que han venido construyendo, desde finales de mayo pasado, un grupo de personas organizadas en distintos colectivos ambientales, feministas y de artistas de la localidad de Kennedy, en Bogotá. Cuando nació el museo, el Paro se encontraba en su punto más álgido y el Portal Américas de Transmilenio, renombrado como Portal de la Resistencia, se había convertido en uno de los escenarios más importantes de la movilización social en la ciudad.  

Fue en medio del Espacio Humanitario Al Calor de la Olla, instalado en el Portal, donde empezó a construirse el proyecto, pensado inicialmente como un museo al aire libre en el que las piezas artísticas se emplazaban en el mobiliario urbano. Así lo explica Agsharom, integrante del proceso: “En principio se consideraba que la museografía respondía al espacio. Decidimos que la entrada al puente y al Portal era la entrada del museo, que la olla (comunitaria) era una estación y que el monolito de Transmilenio se había vuelto un objeto de apropiación que ya mostraba que este era el portal de la gente, de la lucha contrahegemónica”. 

El proyecto, que recibió inicialmente el nombre de Museo Humanitario del Portal de la Resistencia, empezó a recibir las primeras obras de colectividades y personas que venían produciendo creaciones individuales o comunitarias en el marco del Paro. Tal fue el caso del Tendedero de la Memoria, una pieza compuesta por fotografías de la movilización y co-creada en el Portal por iniciativa de un grupo de estudiantes de Matemáticas de la Universidad Distrital.  

Por esa vía también llegó al Museo la obra “Nos encontramos en los corazones”, creada por Sandra Melo, artesana tejedora e integrante del colectivo Aquelarre Techotiba. El título de la obra es un homenaje a Lucas Villa, el asesinado estudiante de la Universidad Tecnológica de Pereira que se convirtió en un símbolo del Paro. En ella están bordados, sobre una tela blanca superpuesta en una bandera de Colombia, los nombres de varias personas que fueron asesinadas por agentes del Estado. La bandera nacional tuvo un lugar central en las movilizaciones, en su forma original durante las marchas y de manera invertida en las redes sociales, para denunciar la represión.  

Parte de la serie de collage que integra el Museo. Foto: Miguel Ariza – Centro de Memoria, Paz y Reconciliación

También se incorporó una serie de 11 collages producida por Camila Lemos, fotógrafa e integrante del Museo y del medio de comunicación La Fémina Direkta. La serie propone una reflexión sobre violaciones a derechos humanos y procesos de resistencia ocurridos en distintos países de América Latina y en Palestina, algunos de ellos en perspectiva de larga duración. Las migraciones, la desaparición forzada, la defensa de la naturaleza y las movilizaciones sociales por la memoria protagonizan la obra.  

Además, se han ido co-creando otras piezas, primero en desarrollo del Paro y luego de otros espacios de encuentro realizados en el suroccidente de la ciudad. Entre ellos, el Segundo Festival del Humedal de la Tingua Azul, realizado a finales de julio en la localidad de Bosa. Estas creaciones colectivas buscan poner en discusión una amplia agenda de derechos, que incluye el derecho a la ciudad desde la perspectiva de los habitantes de “los sures”. Al mismo tiempo, reflexionan sobre la urgencia de hacer memorias en contextos de persistencia de violaciones a los derechos humanos, subvirtiendo la concepción tradicional del museo.  

Las creaciones colectivas 

En la Cartografía de los Sentidos del Museo se entrelazan las memorias sensoriales de las experiencias vividas durante el Paro con reflexiones colectivas sobre dos cuestiones: el derecho a la ciudad y las identidades de los pobladores del sur. La Cartografía, que está en construcción permanente, incorpora las convenciones de “vista”, “escucha”, “emoción” y “tacto”. A partir de ellas, quienes asisten a las jornadas de montaje del Museo interactúan con el mapa y dejan sus propias huellas. 

Sobre la localidad de San Cristóbal, alguien anotó: “Niños apoyando el Paro y cantando cacerolazos”. En Puente Aranda, escribieron: “Helicópteros. Disparos. Gritos. Cantos”; en Teusaquillo: “Barras bravas marchando, resistiendo juntas y en paz”; en el bosque Bavaria: “Aves, tala, deforestación”; y en el Portal de la Resistencia: “Unión del pueblo”.  

Proceso de reflexión e intervención de la Cartografía de los Sentidos en el Segundo Festival del Humedal de la Tingua Azul. Foto: María Flórez – Centro de Memoria, Paz y Reconciliación

En Rafael Uribe Uribe, una persona más agregó al mapa la quebrada La Chiguaza, de la que  persiste un mito en la memoria oral de algunos habitantes del suroriente que convoca a la reflexión sobre la protección de los cuerpos de agua. La palabra “Kennedy”, en cambio, está tachada con líneas gruesas en el mapa y fue cambiada por “Techotiba”, un vocablo de origen muisca. Muchos colectivos de la zona han adoptado a Techotiba como nombre de la localidad, en reivindicación del pasado indígena y en abierto rechazo al nombre que fue adoptado del presidente estadounidense John F. Kennedy, que inauguró en 1961 un cuestionado proyecto de vivienda popular en el sector. 

Una de las impulsoras de la Cartografía y del Museo es Katherine Muñoz, integrante del colectivo Ecoaula Ambiental Tingua Azul y estudiante de la maestría en Ordenamiento Urbano Regional de la Universidad Nacional. Para ella, los procesos organizativos de los territorios se han alimentado del reciente proceso de descentralización de las movilizaciones en Bogotá, en el que “la gente se ha dado cuenta de que no es necesario hacer la tradicional procesión hacia el centro, que no tiene sentido. Sí vamos a hacer manifestaciones, pero en nuestro territorio, porque aquí es donde nos necesitan”.

Por esa razón, en los talleres de co-creación de la Cartografía se ha discutido sobre la conservación de los humedales y los bosques, el impacto medioambiental de las actividades económicas y la eventual creación de nuevas localidades como consecuencia de la reforma al Estatuto Orgánico de Bogotá, aprobado por el Congreso de República en la pasada legislatura.  

Como parte de la construcción del Museo también se creó una Whipala, símbolo de los pueblos indígenas de América Latina. La elaboración de esta bandera, de 10 metros, activó una reflexión pública sobre el derecho a la nacionalidad, en la que se decidió no reproducir los símbolos patrios para reconocer el actual proceso de migración de personas venezolanas. Ese proceso ha impactado significativamente al occidente y al sur de la ciudad, desde donde se ha impulsado el Museo; según este informe de la Personería de Bogotá, el 75 por ciento de las personas migrantes habitan las localidades de Kennedy, Suba y Bosa. 

Jornada de tejido de la bandera feminista en el Monumento a las Banderas. Foto: Museo Humanitario

La otra pieza de creación colectiva es una bandera feminista que varias mujeres han ido tejiendo en el Monumento a las Banderas, que por su composición se ha convertido en un punto de encuentro y movilización para organizaciones feministas de la ciudad. El proceso surgió a raíz de un caso de abuso sexual ocurrido el 7 de junio pasado en el Portal de la Resistencia, cuando se realizaba una jornada pedagógica y cultural en desarrollo del Paro.  El Espacio Humanitario reconoció en este comunicado que se cometieron otros casos de acoso sexual durante la jornada.  

El tejido de la bandera ha sido liderado por Sandra Melo, quien explica al respecto: “En el Paro se evidenciaron muchas violencias basadas en género, tanto por parte de la Fuerza Pública, como de otros actores sociales. Como feministas hemos levantado la bandera de que todos los espacios deben ser seguros para nosotras y mucho más esos, que son de incidencia popular y de lucha. Por eso, nació la idea de tejer la bandera feminista y que quede como una pieza para el Museo”. 

El presente del Museo 

La idea de un Museo instalado en el espacio público del Portal se fue modificando como consecuencia de la disminución en la intensidad de las movilizaciones, de las violencias contra las mujeres ocurridas en el lugar y de la necesidad de hacerlo itinerante para llegar a otros barrios y sectores. Para Camila Lemos, esto implica empezar a concebirlo como un “antimuseo”: “Creo que hay un conflicto muy grande con los museos como instituciones, por todo el tema burocrático y jerárquico. No queremos tener un espacio físico y cerrado, porque tampoco la idea es privatizar, sino que sea abierto, libre e itinerante en los barrios populares”. 

Agsharom también considera que el proyecto es, fundamentalmente, un ejercicio de memoria transformadora: “Queríamos que estuviera lejos de la noción de museo tradicional y se acercara más a un ejercicio de recuperación de la memoria, en resistencia contrahegemónica, con un tinte político disidente, para visibilizar a las periferias y hacer una sistematización, una memoria, del tema del Paro. Considerábamos que era muy importante registrar y dar a entender que lo que se está viviendo ahora es un momento histórico que responde, como en otras ocasiones, a los modos en que el Estado colombiano ha violado los derechos humanos”. 

El Museo permaneció en el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación hasta finales de junio pasado. Foto: Miguel Ariza – Centro de Memoria, Paz y Reconciliación

Esa itinerancia inició en las instalaciones del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación, donde el Museo estuvo presente durante buena parte de junio, con la idea de llegar a otros públicos. Actualmente, el Museo se mueve por distintos barrios del sur, al tiempo que proyecta un cambio de nombre que se ajuste a las nuevas circunstancias.  

El del Museo o Antimuseo es uno de los valiosos proyectos culturales que nació durante la última movilización nacional. Sus contenidos guardan una parte de las memorias de las y los habitantes de Bogotá que sostuvieron, desde finales de abril, un paro que pasará a la historia por su masividad, su duración, la represión con la que fue tratado, y sus múltiples acciones de resignificación y apropiación del espacio público urbano. El del Museo es también un aporte a la construcción de paz en la ciudad, en tanto ejercicio pedagógico para pensar la necesidad urgente de garantizar los derechos humanos y transformar los territorios desde la acción colectiva. 

30 Años de la Constitución Política de Colombia: guía pedagógica, “Cazadores y cazadoras de mitos”

Esta guía es un dispositivo pedagógico para activar diferentes reflexiones en el aula, teniendo en cuenta que este es un año de celebración porque la Constitución Política de Colombia cumple 30 años. Se han construido actividades para dos grupos poblaciones: trayectoria pedagógica niños y niñas de 8 a 12 años; trayectoria pedagógica adolescentes y jóvenes de bachillerato.