Memorable II: Enfoques novedosos sobre desafíos para la construcción de memoria en Colombia

libro memorable

Por Jose Antequera Guzmán

¿En qué consiste el deber de memoria del Estado?

Para muchos, se trata del mandato para que las instituciones estatales, especialmente los museos y los colegios, acaso las universidades, transmitan relatos intocables y sacralizados sobre la historia reciente centrados en la victimización y el sufrimiento a partir de la guerra; la ficción didactista para que los más jóvenes “tengan memoria” con la que se espera alcanzar la no repetición porque “pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla”.

Para otros muchos, el deber de memoria del Estado, siguiendo la Ley de víctimas, consiste en el mandato para que se “propicien garantías” que permitan la realización de ejercicios conmemorativos desde diferentes sectores en torno a sus experiencias de sufrimiento, asumiendo a las instituciones estatales como agentes neutrales. Sin “ideologización”, como reclamaba Darío Acevedo, quien fuera director del Centro Nacional de Memoria Histórica entre 2019 y 2022, el mismo apoyo han de recibir las víctimas de una población que sufrió múltiples masacres para dar a conocer su testimonio, que los promotores
de justificaciones sobre el papel de las instituciones estatales.

El abordaje político de la memoria como asunto público conduce a dos certezas fundamentales. Una, a que hablamos de “disputa por la memoria” porque, además de los esfuerzos Memorable II de justificación intrínsecos a las vulneraciones a los derechos humanos, hay resistencias. La segunda, que el resultado de esa disputa, que implica confrontación sobre el pasado, sus versiones y sus sentidos actuales, es la definición de “los marcos de selección de lo memorable” (Crenzel, 2008).

Así, el deber de memoria del Estado implica acciones que se despliegan en el campo del debate político propio de la democracia que no son de transmisión de relatos cerrados e intrascendentes, y que lejos de ser neutrales tienen que ser de convocatoria permanente en torno a esos marcos de selección, a favor de su ampliación para la disposición de todos los posibles dispositivos narrativos que permiten el ejercicio del derecho a la memoria de la ciudadanía: el derecho vivo al pasado fecundo, utilizable, movilizador (Guixé e Iniesta, 2009).

La promoción de la memoria como deber, valor, consigna y objetivo, vinculada a la construcción de paz y el esfuerzo por el logro de acuerdos recientes, ha implicado, al menos desde el Estado, el planteamiento de hipótesis acerca de la selección mencionada. En Colombia, en las leyes y decretos sobre víctimas previas a la firma del Acuerdo de Paz entre el Estado y las FARC, en las bases de creación y funcionamiento del Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y Garantías de No Repetición, en múltiples informes de la institución memorial nacional fundamental que ha sido el Centro Nacional de Memoria Histórica, y el Informe Final de la Comisión de la Verdad, existe un marco compartido de selección de lo memorable que se puede caracterizar a partir de la llamada “centralidad de las víctimas” que ha sustentado la legitimidad de la solución política y negociada a pesar de una correlación militar que dejó de ser de empate estratégico a partir del Plan Colombia. Así, lo memorable en el país ha sido, sobre todo, la experiencia de las víctimas y de daño a la población colombiana a partir de la guerra como objeto de esclarecimiento, cuya continuidad aparece inaceptable a pesar del prometido “fin del fin” decretado por los generales de la República.

Frente a este marco, que ha sido la ruptura de una tradicional consideración de las víctimas como costo necesario, que ha legitimado la voz de los y las sobrevivientes, que ha posibilitado políticas de reparación y justicia transicional y que ha dado fundamento a la orientación por la paz y contra la guerra, el Estado tiene que propiciar no el negacionismo excusado en la promoción del debate democrático, sino la ampliación en función de la profundización democrática. Es desde allí que tiene que convocarse al diálogo en virtud del deber de memoria, por el derecho a la memoria, más allá de la transmisión del relato inmóvil. Esa ampliación significa la apertura a la reflexión permanente acerca de la experiencia histórica que corresponde al presente.

En este libro se reúnen ponencias en torno a lo memorable, al marco de selección de lo memorable en Colombia, al proceso de posicionamiento de elementos de nuestra experiencia dentro del marco de lo memorable y a propuestas sobre asuntos que deben ser memorables según sus autores, aunque sean poco considerados como tales. Al publicarlas desde la comprensión del deber de memoria del Estado como lo he expuesto, queremos, además del cumplimiento de nuestra misión a cargo de una institución estatal, resaltar la labor intelectual de quienes se ubican en una renovada manera de comprender la memoria con respecto a la violentología o a los lugares comunes en los estudios y políticas en esta materia en el país.

Fernanda Espinosa Moreno explora la relación entre la consolidación del campo de la memoria en Colombia con la resistencia, la acción colectiva y los movimientos sociales en perspectiva histórica.

Liliana Chaparro ha desarrollado su investigación acerca de la emergencia del problema público de la violencia sexual en el conflicto armado colombiano, preguntándose explícitamente por el proceso que conduce a la consideración como memorable socialmente de un asunto que ha afectado particularmente a las mujeres en nuestro país, a partir de lo cual constata y propone implicaciones generales de la misma para la comprensión de la memoria, los estudios y las políticas al respecto.

Laura Paola Ávila Quiroga propone una nueva perspectiva para comprender la experiencia histórica del sufrimiento en el núcleo de la transmisión de la memoria histórica sobre la que se dan tantas cosas por sentadas, todo ello a partir de cómo se configuran las experiencias y las emociones relacionadas con el sufrimiento y de cómo a través de este lente es posible comprender el pasado de una sociedad afectada por el conflicto armado.

Juan Alberto Carabalí Ospina plantea una perspectiva de la memoria desde el pueblo negro frente a la versión instalada de comprensión del asunto. La reivindicación de una memoria larga, de resistencias que conservan la vigencia de lo ancestral, vinculada con la cultura y a la espiritualidad, aparecen en la base de una comprensión de la relación con el pasado y su valor en el presente que significa ampliación frente a la afirmación de las violaciones de derechos según la tipología de los instrumentos internacionales.

Juan Pablo Torres Henao cuestiona el lugar del Partido Comunista Colombiano y de las FARC en el marco de selección de lo memorable; lo compartido y lo disímil de ese lugar, la valoración de las experiencias históricas de sus miembros y, si cabe, su experiencia colectiva, reivindicando la potencia subversiva que significa la reivindicación de su papel en la construcción de la democracia realmente existente en nuestro país.

Marisol Grisales ha instalado su investigación en un territorio convertido en memorable a través de la política oficial “Retornar es vivir”, proponiendo un enfoque de consideración de los procesos sociales de reconstrucción, transformación y conformación de la espacialidad que conduce a comprender los retornos como rehabitación alejada de la ilusión de volver al pasado.

María Angélica Tamayo fija su atención en la conexión transnacional de las luchas por la memoria, lo que ha sido determinante en el recorrido de las organizaciones que luchan por la verdad y la justicia, contra la desaparición forzada y los crímenes de Estado, así como un ámbito memorial latinoamericano. Su investigación conduce a la necesaria apertura de la mirada local que han tenido los estudios de memoria en Colombia en el marco de un “boom” reciente, para la afirmación del papel importantísimo de la solidaridad internacional en su posicionamiento y la identificación de oportunidades de políticas renovadas.


Salomón Manjbub Avendaño se propone mostrar el carácter mentiroso del discurso de la degradación del conflicto colombiano por cuenta de su transformación en mera guerra por el narcotráfico y que se ha ajustado bien como justificación de la “guerra contra las drogas”. Así desentraña las consecuencias sobre la población colombiana que tendrían que abordarse urgentemente: las de la represión, persecución y criminalización que ha significado la victimización de miles de personas a partir del paradigma prohibicionista.


Felipe Caro Romero apela al concepto de “necromancia” para abordar el carácter histórico de la discriminación y de la lucha contra ella en la experiencia del movimiento LGTBIQ+; las disputas por la memoria que son parte de la disputa por los derechos o su negación. Desde allí propone una perspectiva que sería necesaria para la integralidad del esfuerzo frente a un heteronacionalismo que tendría que significar en Colombia la adopción e implementación de una política pública que pasa necesariamente por el cuestionamiento del pasado.


Fernanda Barbosa dos Santos explora la relación entre el periodismo de paz en Colombia y los trabajos por la memoria, específicamente a través de la experiencia del medio digital “Rutas del conflicto”. A partir de la reconstrucción de la trayectoria del medio, resalta un tipo de trabajo memorial que no suele ser considerado explícitamente junto con el trabajo de archivo, performance, representación o museográfico; una comprensión del periodismo de paz como un esfuerzo por la memoria que implica escarbar, moldear, contar, y que ha sido determinante, sin duda, para la ampliación de lo memorable en Colombia.


Sandra Paola Aguilar asume la necesidad de hablar de memoria de las resistencias como apertura de la memoria sobre los hechos de victimización. Las experiencias en torno a la danza son los vehículos de memoria que conducen la búsqueda por el aporte efectivo a la construcción de paz desde el concepto de corporalidad.

Con inmensa gratitud por la generosidad de estas personas intelectuales, presentamos este volumen Memorable con la certeza de que los debates que aquí se abordan y las propuestas que se hacen reflejan que, más allá de un “boom” o estallido de memorias, hay un estallido de pensamiento crítico fundamental para nuestra orientación en el futuro.


Referencias bibliográficas
Crenzel, E. A. (2008). La historia política del Nunca más: La memoria de las desapariciones en la Argentina. Siglo Veintiuno Editores.
Guixé, J. e Iniesta, M. (Eds.). (2009). Políticas públicas de la memoria:
I Coloquio Internacional Memorial Democràtic. Editorial Milenio
Memorial Democràtica.

Convocatoria: conferencia nacional anual protesta social y política, lenguajes y literatura

Foto de Esteban Roncancio Henao | Manifestación del Estallido Social en Bogotá.

¿Qué tienen para decir los protagonistas y espectadores del Estallido Social de 2021 en Colombia?

Desde hace 80 años, el Instituto Caro y Cuervo trabaja con diversas áreas del conocimiento y de la sociedad para desarrollar actividades intelectuales y científicas que observan, investigan y documentan el constante desarrollo de las lenguas por parte de los hablantes en Colombia. Tres ejemplos sobresalientes de esto han sido las publicaciones Atlas lingüístico-etnográfico de Colombia (1983), el Diccionario de colombianismos (2018) y el Léxico de la Violencia en Colombia 1948-1970 (2020).

En la prolongación y desarrollo de las anteriores líneas de trabajo, el Instituto Caro y Cuervo presenta a la opinión pública el proyecto de organización de una conferencia nacional anual sobre el impacto de la protesta social y política en los lenguajes y la literatura.
La primera entrega de esta conferencia buscará investigar, discutir sobre el Estallido Social de 2021 en Colombia y recoger sus experiencias. El evento tendrá lugar entre el 12 y el 15 de septiembre de 2023 en el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación, ubicado en Bogotá (carrera 19b # 24 – 86).

La idea está en relación con la necesidad de generar reflexiones sobre la formulación actual de políticas culturales y lingüísticas y los lenguajes reivindicativos de los y las ciudadanas protestantes. Así mismo, se busca que la conferencia aporte elementos para la comprensión de los diversos componentes del Estallido Social: demandas, participación social y modalidades de liderazgo, y que posibilite el registro y caracterización de la magnitud de la represión desatada por el Estado y otros agentes en contra de la protesta social, ciudadana y juvenil.

Como preámbulo está contemplado organizar, el 12 y 13 de septiembre de 2023, dos espacios virtuales que, a manera de preencuentro, abordarán los temas de las protestas sociales recientes en otras partes del mundo y el papel de los medios de comunicación y las redes sociales en la construcción de imaginarios y lenguajes frente a la protesta social y, en particular, sobre el Estallido Social de 2021 en Colombia.

Queremos crear un espacio donde podamos implementar acciones concretas para contribuir al cumplimiento del Plan Nacional de Desarrollo 2022-2026 Colombia, potencia mundial de la vida, especialmente en su eje de transformación seguridad humana y justicia social, que propone garantizar el disfrute y ejercicio de los derechos culturales para la vida y la paz.

Los organizadores y organizadoras consideramos muy importante que, como producto de la primera entrega de la conferencia nacional, se emita un material pedagógico que contribuya a la visibilización de expresiones lingüísticas y culturales de los participantes del estallido.
Para la realización de este evento, el Instituto Caro y Cuervo ha encontrado, hasta ahora, socios entusiastas como el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación, el colectivo La Mariacano, el Centro Nacional de Memoria Histórica, la Dirección de Artes y el Programa Especial Jóvenes por el Cambio del Ministerio de Cultura.
La primera conferencia nacional “Estallido Social de 2021 en Colombia: lenguajes y literatura” ofrecerá un espacio de ponencias y otro de testimonios

En el primero habrá presencia de investigadores que han estudiado en profundidad los procesos del estallido social en las ciudades y regiones que tuvieron un papel destacado en este fenómeno. El segundo estará dedicado a los testimonios de los protagonistas del Estallido en diferentes ciudades y regiones, así como a artistas creativos que, a través de la danza, expresiones gráficas, la música, la literatura, la poesía, la narrativa y el relato, puedan compartir sus vivencias, sentimientos y pensamientos sobre los sucesos de 2021.

Consulta y descarga la programación del evento aquí. Diligencia este formulario para manifestar tu interés en participar.

Un árbol para florecer: talleres pedagógicos de la Sala Camino a Casa

La sala Camino a Casa del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación apuesta por procesos de memoria que reconozcan en los niños y las niñas sujetos activos con capacidad plena para reflexionar y dialogar en torno al pasado reciente de violencias y luchas por la construcción de democracia y paz.

Este documento está escrito bajo la metáfora de un árbol: se propone que el cambio y el movimiento se convierta en una posibilidad para que siga creciendo, por ello el papel de las personas adultas está relacionado con ser los nutrientes del árbol. En tanto, su labor cotidiana pueden aportar a otros ejes, que vendrían siendo las ramas. Y por último, los niños y niñas cumplen el rol de cuidadores de la memoria -ellos son el árbol- a partir de su autenticidad y creatividad. En ese sentido, la memoria se considera como un proceso que tiene raíces profundas y es capaz de transformarse, que moviliza y resiste. Retoma elementos y acciones construidas por la sociedad para hacer frente a hechos y situaciones, así como la búsqueda de verdad y no repetición. 

Las partes del árbol constituyen la estructura de este documento, que se debe comprender de la siguiente manera: 

  • Las raíces hacen alusión a la apuesta pedagógica y metodológica de la sala Camino a Casa.
  • Las ramas se refieren a los ejes temáticos.
  • Las hojas son el primer momento de los talleres, enunciado “activación de nuestras experiencias”.
  • Las flores constituyen el segundo momento de los talleres, llamado “diálogo colectivo de saberes”.
  • Los frutos hacen referencia al tercer momento de los talleres, titulado “proyección de crea-acción”.
  • El nido está relacionado con aquellas preguntas que se han creado para activar el diálogo a partir de la relación del texto y lo vivencial/experiencial de los niños y niñas en relación con la rama que se está trabajando.

Ruta de la Memoria: Portal Resistencia

Esta Ruta de la Memoria es una apuesta por las memorias alrededor del 28 de abril de 2021 y la forma en la que este lugar se convirtió en el Portal de la Resistencia. Está constituida por las voces de quienes hicieron parte y hoy sostienen espacios comunitarios de conmemoración, movilización y resistencia local. Es una invitación al diálogo sobre qué paso, cómo pasaron los hechos y cómo podemos seguir hablando y construyendo un futuro diferente desde el presente.

 

Lugares de memoria:

Bosque de la Memoria (Lugar de conmemoración)

Este es un lugar donde se visibilizan las violaciones a los Derechos Humanos sucedidos en el marco del estallido social, haciendo énfasis en la memoria de Dubán Felipe Barros, joven que fue torturado y asesinado el 5 de junio de 2021 en inmediaciones del Portal de la Resistencia y la Avenida Villavicencio. Con este espacio se busca no olvidar lo que paso en el estallido social y que sea un espacio de encuentro para que las familias reivindiquen la memoria y resistencia de los jóvenes que fueron asesinados.

Espacio Humanitario. Al Calor de la Olla (Lugar de movilización social y acontecimiento)
Espacio que duro 60 días instalado en el Portal de la Resistencia, el cual fue creado por diferentes organizaciones del territorio donde se buscaba garantizar la movilización social, dadas las constantes denuncias de capturas ilegales, torturas y abusos sexuales al interior del Portal de Transmilenio de Las Américas como también el abuso de la fuerza policial que dejo miles de heridos. En este espacio humanitario no se permitía la entrada de ningún actor armado y funcionaban las brigadas de salud, defensores de DD.HH. y la olla comunitaria como ejercicio de soberanía alimentaria.

Punto Renacer (Lugar de movilización social y organización comunitaria)
Espacio de encuentro comunitario creado por el constante hostigamiento en el Portal de la Resistencia, lo que se buscaba desde la pedagogía era promover espacios de diálogo, formación política y movilización no violenta a través del arte y la cultura, brindando otras opciones a los jóvenes fuera de la confrontación, así mismo, se realizaban ollas comunitarias como un ejercicio de resistencia reconociendo la crisis alimentaria generada por la pandemia, donde se garantizaba un alimento a las personas que asistían a estos espacios o a la movilización en general.

La calle del aguante (Lugar de movilización social y de acontecimiento)
Calle ubicada al sur del Portal de la Resistencia, la cual fue escenario del abuso y la brutalidad policial hacia las y los jóvenes que se movilizaban, como de la comunidad que vive en los conjuntos y casas que rodean esta calle. Durante varias noches, después de horas de movilización pacífica en el Portal de la Resistencia, las y los jóvenes eran atacados o dispersados por la Fuerza Pública, obligándolos a moverse hacia este lugar, que se convirtió en un espacio de confrontación, donde la comunidad que habitaba el lugar y la ciudadanía que se movilizaba se unió, solidarizó, hizo conciencia frente al abuso de poder y defendieron su territorio.

Parque Mundo (Lugar de organización comunitaria)
Este es un parque vecinal que queda al final de la Calle del aguante. Este espacio era neutral, donde se ubicaban brigadas de salud, ollas comunitarias, campamento, se hacen espacios de diálogo y organización comunitaria donde nace y se construye el Espacio Humanitario al Calor de la Olla, la Guardia Comunitaria y la Primera Línea. Este lugar era muy importante durante el estallido social, por ser un espacio de resguardo y protección para las y los jóvenes, donde la comunidad se acercó, apoyó y defendió la movilización social.

Chagra (Lugar de organización comunitaria)
Este es un lugar construido por la participación comunitaria y juvenil junto a la plazoleta del Portal Resistencia. Se trata de un espacio diverso pensado y gestionado por colectividades e individualidades para la siembra, intercambio de semillas, el trabajo colaborativo y desdescalamiento del conflicto que vivió durante mucho tiempo el Portal. Es un lugar que invita al encuentro comunitario, la gestión colectiva y a pensar otras posibilidades para la participación como la siembra, el cuidado, el diálogo y la agricultura urbana.

LÍNEA DE TIEMPO MESA DE DIÁLOGOS GOBIERNO – ELN

MESA DE DIÁLOGOS GOBIERNO - ELN

Se desarrolla el primer ciclo 12 de noviembre - 12 de diciembre de 2022

El 21 de noviembre de 2022, el gobierno y el ELN iniciaron el primer ciclo de los diálogos de paz en Caracas, Venezuela, país que acogió la mesa gracias al restablecimiento de las relaciones diplomáticas. El acto público contó con el acompañamiento de representantes de los países garantes: Noruega, Venezuela y Cuba; el Equipo de Apoyo y Observadores al Proceso de Paz de la Fuerzas Militares de Colombia e invitados de la Organización de Naciones Unidas (ONU) y la Iglesia católica.  

Durante este primer ciclo, las partes llegaron a tres acuerdos sobre el funcionamiento de la mesa.  

En relación con el equipo de garantes y acompañantes, acordaron invitar a Brasil, México, Chile, Alemania, Suecia, Suiza, España y Estados Unidos a participar en los diálogos bajo distintas figuras. Además, otorgaron el estatus de acompañantes permanentes al Secretario General de Naciones Unidas, a través de su Representante Especial en Colombia, y a la Conferencia Episcopal de Colombia. En el transcurso del ciclo, Chile y México se sumaron en calidad de garantes.  

En el anuncio de la reanudación de las relaciones con la comunidad internacional para el desarrollo de los diálogos, la mesa reiteró “el compromiso de respetar el papel de los países garantes”. Ello, teniendo en cuenta que, posterior a la suspensión unilateral de la mesa por parte del gobierno, el entonces presidente Iván Duque ignoró el Protocolo de Ruptura de los diálogos y le solicitó a Cuba la extradición de la Delegación de Paz del ELN.  

La insistencia del gobierno cubano de respetar el protocolo previamente pactado incrementó la presión política sobre la isla, al punto de que en enero de 2021 Estados Unidos anunció la designación de Cuba como “estado patrocinador del terrorismo”, argumentando, entre otros temas, que Cuba se negaba a extraditar a los negociadores del ELN. La designación tuvo como consecuencia el recrudecimiento del bloqueo económico contra Cuba, debido a que como consecuencia de ella el gobierno de Estados Unidos penaliza “a las personas y países que entablen cierto tipo de trato comercial con Cuba, limita la asistencia exterior de EE.UU., prohíbe exportaciones y ventas en el área de defensa y establece determinados controles a las exportaciones de artículos de doble uso”. 

El anuncio de la mesa de conversaciones busca reiterar el compromiso del gobierno de “respetar el papel de los países garantes, evitando que vuelva a presentarse una situación contraria al derecho internacional, tal como aconteció en el pasado gobierno, cuando se desconocieron los protocolos acordados y se agredió a los países garantes, especialmente a Cuba”.  

El segundo acuerdo tiene que ver con la definición de principios, procedimientos y protocolos que orientan y reglamentan el funcionamiento de la mesa de diálogos.  Como parte de ello se conformó un equipo de comunicaciones para dar a conocer el desarrollo del proceso y se avanzó en el diseño de una estrategia de comunicaciones y pedagogía, cuyo objetivo es “fortalecer y ampliar el apoyo y participación de la sociedad colombiana y de la comunidad internacional en el proceso”.  

El tercer acuerdo consistió en avanzar en el subpunto de Dinámicas y Acciones Humanitarias del punto sobre el Fin del Conflicto de la agenda pactada con el gobierno del presidente Santos, en particular en “procesos de alivios humanitarios” en las subregiones del Bajo Calima (Valle del Cauca) y Medio San Juan (Chocó), así como en beneficio de los prisioneros políticos del ELN. Las partes, además, realizaron las primeras propuestas de modificaciones a la agenda, que las delegaciones acordaron consultar al Comando Central del ELN y al Presidente de la República.  

El ELN anuncia paro armado

13 de diciembre de 2022

El Frente de Guerra Occidental del ELN decretó un paro armado a partir del 15 de diciembre a las 6 de la tarde en los ríos San Juan, Sipí, Cajón y Calima, en los departamentos de Chocó y Valle del Cauca, zonas donde la mesa de diálogos había anunciado el inicio de alivios humanitarios para la población. Esa estructura guerrillera informó que el paro buscaba llamar la atención sobre la situación humanitaria de la región, derivada de una alegada connivencia del Ejército con “paramilitares”, producto de la cual había sido recientemente asesinado un joven y otro había desaparecido forzadamente.  

En su anuncio, el Frente de Guerra Occidental lanzó varias preguntas al gobierno nacional: “¿De esta manera es que piensan garantizar los alivios humanitarios para desescalar el conflicto? ¿De esta manera piensan que va a haber retorno seguro de poblaciones desplazadas de sus comunidades? ¿De esta manera piensan lograr la paz total?”.  

Varios días antes, el mismo frente del ELN había emitido un comunicado denunciando una alianza entre el Ejército y las Autodefensas Gaitanistas de Colombia o Clan del Golfo en varios municipios del Chocó y en el municipio de Ituango (Antioquia). En dicho documento, esa estructura también interpeló al gobierno: “(…) con los gobiernos anteriores no era raro dicha convivencia, igual los paramilitares han sido una fuerza funcional al Estado, pero del gobierno actual sí se espera el deslinde del paramilitarismo, de lo contrario, de no verse hechos reales, ¿de qué paz total nos habla? ¿O solo buscan el desarme del ELN para que después nos acribillen, como viene sucediendo con los excombatientes de la exfarc?”.  

El ELN levantó el paro armado el 20 de diciembre, hecho que el ministro del Interior, Alfonso Prada, reconoció como un gesto de paz.  

Las partes discuten por el cese al fuego

31 de diciembre de 2022 - 21 de enero de 2023

El 31 de diciembre, el presidente Gustavo Petro anunció el inicio de un cese al fuego bilateral temporal con cinco organizaciones armadas ilegales, entre ellas el ELN. El mismo día, el Ministerio de Defensa decretó el cese, que estaría vigente desde el 1 de enero hasta el 30 de junio de 2023 y sería reglamentado por protocolos que acordaran las partes. La decisión implicaba la suspensión de operaciones militares y operativos policiales contra el ELN y la creación del Mecanismo de Veeduría, Monitoreo y Verificación del cese, compuesto por el Gobierno, el ELN, la Iglesia católica y organizaciones sociales de carácter territorial que deberían acreditarse ante la Oficina del Alto Comisionado para la Paz.  

Un día después, el Comando Central del ELN informó que no estaba comprometido con el cese bilateral temporal, debido a que se trataba de un anuncio unilateral, no acordado en la mesa de conversaciones. El 4 de enero, el ministro del Interior, Alfonso Prada, anunció la suspensión del decreto e instó al ELN a “declarar una tregua verificable en respuesta al imperativo llamado de las comunidades étnico-territoriales y campesinas a mantener el cese bilateral y la no violencia en sus territorios”. 

El ELN declaró que, “como el gobierno no cumple con los procesos de discusión de la mesa”, era necesario tomar “correctivos” que garantizaran la no repetición de acciones similares.  

La mesa se reúne de manera extraordinaria

17 al 21 de enero 2023

Con el objetivo de resolver el incidente suscitado por la declaratoria unilateral de cese al fuego, las partes se reunieron en Caracas (Venezuela). Allí acordaron mantener abiertos los canales de comunicación en los periodos entre ciclos y reafirmaron públicamente los principios de “bilateralidad, carácter político, reconocimiento mutuo, confianza y buena fe” que rigen la mesa.  Tras la finalización de la reunión extraordinaria, el jefe de la delegación del ELN, Pablo Beltrán, declaró que el incidente estaba relacionado con la propuesta de paz total del Gobierno, que incluía un cese multilateral no pactado con esa guerrilla.  

Se realiza caravana humanitaria en Bajo Calima y Medio San Juan

17 al 21 de enero de 2023

En cumplimiento del acuerdo sobre alivios humanitarios alcanzados durante el primer ciclo de diálogos, cuatro miembros de la delegación de paz del Gobierno y dos gestores de paz del ELN encabezaron una caravana humanitaria a las subregiones del Bajo Calima y Medio San Juan, en los municipios de Buenaventura, Dagua (Valle del Cauca), Litoral del San Juan, Istmina y Medio San Juan (Chocó). Durante cinco días, los delegados y gestores recopilaron información de los habitantes y comunidades desplazadas con el objetivo de elaborar un diagnóstico que permitiera diseñar e implementar “los alivios humanitarios que necesitan las poblaciones de manera inmediata para garantizar sus derechos fundamentales, especialmente para proteger su vida, integridad y seguridad”. Esos alivios estarían relacionados con la atención a la población desplazada, el ofrecimiento de garantías para el retorno y el fin de los confinamientos.   

En su tercer día de recorrido, la caravana informó sobre sus primeros hallazgos: “Varias comunidades indígenas y afro de los municipios de Buenaventura, Litoral del San Juan y Medio San Juan han tenido que huir de su tierra hasta 4 veces, perdiéndolo todo en cada desplazamiento. Otras han pasado meses y hasta años confinados en sus caseríos, sin poder salir al campo a trabajar, o pescar y mover víveres por el río”. 

Además de por los delegados y gestores, la caravana estuvo compuesta por autoridades étnicas, organizaciones sociales, instituciones locales, organismos internacionales e iglesias. 

El ELN denuncia ejecuciones extrajudiciales de guerrilleros

13 de febrero de 2023

El Comando Central y el Frente de Guerra Suroccidental del ELN denunciaron públicamente que siete guerrilleros fueron ejecutados extrajudicialmente el 28 de enero por integrantes del Ejército y de la Armada Nacional, en un caserío ubicado sobre el río Raposo, en Buenaventura (Valle del Cauca). De acuerdo con esa organización, los insurgentes fueron capturados y posteriormente ejecutados.  

El Frente de Guerra Suroccidental les solicitó al Presidente y al Ministro de Defensa “que se diferencien de los gobiernos anteriores y esta vez procedan con una investigación imparcial, seria y responsable, ojalá con organismos internacionales, que esclarezcan la masacre ejecutada por la infantería de Marina”.  

La Armada informó a medios de comunicación que los guerrilleros murieron en combate y que, como consecuencia del mismo, falleció el infante de marina José Cáceres Quintero.  

Se desarrolla el segundo ciclo

13 de febrero al 10 de marzo de 2023

En Ciudad de México (México), el Gobierno y el ELN desarrollaron el segundo ciclo de diálogos, con tres objetivos fundamentales: terminar de acordar la agenda de conversaciones, empezar a diseñar el proceso de participación de la sociedad y avanzar en la elaboración de los protocolos para un futuro cese al fuego bilateral, temporal y nacional. México, Brasil y Chile se sumaron como países garantes, mientras España lo hizo en calidad de observador.  

En relación con el proceso de participación, el jefe de la delegación del Gobierno, Otty Patiño, esbozó en la apertura del ciclo un proceso no centrado en sectores sociales, sino en territorios y comunidades donde hace presencia el ELN. La participación sectorial, amplia, ha estado en el corazón de la propuesta de diálogo nacional que esa guerrilla ha presentado en todos los anteriores procesos de paz. 

Al respecto, señaló Patiño: “Debemos entrelazar dos grandes temas. El primero, quizás el más importante, la participación de la sociedad en las transformaciones para la paz. Ello implica poner en el centro de la mesa (…) a un actor que debe ser el protagonista y el beneficiario de este proceso de paz, que son las comunidades colombianas que hoy padecen el abandono y el conflicto armado. Poner a las comunidades como el eje principal de la mesa implica que las transformaciones deben darse en territorios concretos donde el ELN no solamente tiene una fuerza militar, sino también un liderazgo capaz de promover el poder de las comunidades, el respeto a la naturaleza y la superación de una cultura de violencia”.  

En cuanto a un eventual fin del conflicto entre las partes, el jefe de la delegación del ELN, Pablo Beltrán, insistió durante la apertura del ciclo en que la dejación de armas solo será posible cuando se materialicen las transformaciones que se pacten en la mesa, como consecuencia del proceso de participación: “Nuestra mesa de conversaciones de paz es un instrumento del mandato de cambio (…). No va a producir una revolución por contrato, ni va a decretar una desmovilización automática de la rebeldía, por lo que trabaja por fundar un proceso de transformaciones de corto, mediano y largo plazo, que solo es lograble si está soportado en una gran alianza nacional”.  

Al término del ciclo, el Gobierno y el ELN anunciaron la una nueva agenda, que mantuvo todos los puntos de la previamente acordada entre esa guerrilla y el gobierno del presidente Juan Manuel Santos, aunque fueron ampliados en contenido y dimensión política. 

En el punto uno, “participación de la sociedad en la construcción de la paz”, se acordó trabajar en el diseño de un proceso participativo con tres objetivos concretos: pactar un gran acuerdo nacional por la paz; identificar “las causas de los problemas fundamentales del país”, con sus consecuentes soluciones; y planear e implementar colectivamente los acuerdos a los que se llegue, en el nivel regional y nacional.  

La agenda deja pendiente por definir los actores que serán convocados a participar de dicho proceso, pero señala que se priorizará a “las mujeres y las poblaciones históricamente excluidas, discriminadas y precarizadas”. A diferencia de la agenda anterior, esta incorpora el interés de larga data del ELN por la realización del diálogo nacional.  

En el punto dos, “democracia para la paz”, se acordó materializar el proceso de participación antes enunciado. La nueva agenda especifica que durante el desarrollo del mismo se examinarán “el modelo económico, el régimen político y las doctrinas que impiden la unidad y la reconciliación nacional”, lo cual da apertura a discusiones sobre cuestiones de Estado que el gobierno del presidente Santos no estuvo dispuesto a abordar, ni con el ELN, ni con las FARC-EP: el modelo económico y las políticas de seguridad nacional.  

Este punto de la agenda también contempla la discusión sobre el tratamiento que el Estado le ha dado a la movilización social, en particular a los “conflictos políticos, sociales y ambientales”. Al igual que en el pasado proceso de diálogos con las FARC-EP, este contemplará la discusión sobre la situación de personas sindicadas y condenadas por delitos relacionados con acciones desarrolladas en el marco de movilizaciones sociales.  

El punto tres, “transformaciones para la paz”, tiene por objetivo pactar un “plan integral de transformaciones”, que debería articularse con los futuros planes nacionales de desarrollo e incorporar los resultados del proceso de participación. Dicho plan integral estará conformado por cuatro tipos de instrumentos, dos de ellos heredados de la agenda pasada: políticas públicas para la superación de la pobreza, la corrupción, la “exclusión social” y la “degradación ambiental”; planes de desarrollo alternativos para el campo y la ciudad; políticas relacionadas con el ordenamiento territorial y ambiental; y “pactos sociales que consoliden los acuerdos”.  

El punto cuatro, “víctimas”, mantuvo la generalidad de la primera agenda, aunque incorporó dos elementos: el reconocimiento de las víctimas a partir de la “memoria de la vida y luchas de todos los afectados por el conflicto”, así como la “asunción del ambiente como víctima”.  

El punto cinco, “fin del conflicto armado”, permaneció sin modificaciones sustanciales. En él se abordarán el cese al fuego bilateral, la situación jurídica de las y los integrantes del ELN, las garantías para su seguridad y el ejercicio de la política, el destino de las armas de esa insurgencia y la “erradicación de toda forma de paramilitarismo”.  

Finalmente, el punto seis, ahora llamado “Plan General de Ejecución de los acuerdos”, también mantuvo el grueso de lo consignado en la anterior agenda, aunque incorporó una importante modificación. Mientras en 2016, el entonces gobierno y el ELN acordaron que la implementación de todo lo acordado iniciaría una vez se pactara un acuerdo final de paz, esta nueva agenda dispone que habrá acuerdos parciales que deberán implementarse en “el corto, mediano o largo plazo”.  

Guía pedagógica para la conmemoración del 9 de abril de 2023

El 9 de abril se recuerda el asesinato del líder político Jorge Eliecer Gaitán, ocurrido en 1948, y se conmemora el legado de su trayectoria política, el papel social que desempeñó y lo que representó como figura pública para la sociedad colombiana antes de su deceso. Este acontecimiento ha sido estudiado y es considerado como un hito que desbordó la violencia política y profundizó los conflictos sociales del país. Estas razones llevaron a los integrantes del Congreso de la República a designar el 9 de Abril como el “Día nacional de la memoria y la solidaridad con las víctimas del conflicto armado”, a partir de la entrada en vigencia de la Ley 1448 de Víctimas y Restitución de Tierras, aprobada en el año 2011¹. Se espera que en esta fecha se lleven a cabo distintas acciones simbólicas de carácter cultural y sociopolítico que propicien la reflexión sobre las consecuencias que ha dejado la violencia del conflicto armado y, sobre todo, que se conviertan en manifestaciones de reconocimiento a las víctimas que éste ha dejado. Es por ello que este día se reconoce como una oportunidad para recordar cómo nos afectaron décadas de violencia y cómo los sobrevivientes de estos hechos victimizantes siguen luchando y resistiendo como sujetos políticos activos que continúan con sus proyectos de vida.


¿Que contiene esta guía?

Cuatro guías pedagógicas con actividades que permiten conmemorar el día de solidaridad con las víctimas a partir de promover distintas capacidades socioemocionales y ciudadanas desde las cuales se busca reflexionar sobre lo que nos han enseñado el conflicto armado y no quisiéramos repetir. Así mismo, estas actividades buscan conmemorar el papel y el lugar de las víctimas en la construcción de un país que le apuesta a la paz, a la inclusión y al reconocimiento de la vida digna en medio de la diversidad. Todas estas actividades están sustentadas en estrategias y herramientas pedagógicas pensadas para que la comunidad educativa participe activamente según sus condiciones y contexto. Teniendo en cuenta las necesidades y contextos diferenciados, se presenta entonces una guía para educación inicial, otra para primaria, otra para secundaria y otra para desarrollar con familias y cuidadores. 

Exposición Gráfica para descolonizar la memoria

El arte urbano se ha convertido en una poderosa herramienta de transformación social y fortalecimiento comunitario en Colombia. Y el colectivo Palabreras & Callejeras es uno de los mejores ejemplos de ello. Este grupo, conformado por mujeres jóvenes, ha creado una exposición que lleva por nombre “Gráfica para descolonizar la memoria: pedagogías creativas entre la calle, la vereda y la academia.”

La exposición es el resultado de diversas obras realizadas en diferentes comunidades a lo largo del territorio nacional, con enfoques metodológicos de educación popular, feminismos y decolonialidad. A través de la gráfica popular y el cartelismo, el colectivo busca enseñar y aprender a narrar la injusticia y la memoria del pasado violento en Colombia.

La exposición de Palabreras & Callejeras es una herramienta pedagógica contrahegemónica, creativa y decolonial para trabajar con poblaciones rurales y urbanas en Colombia. Su objetivo es transmitir la importancia de la memoria y la narrativa en la construcción de una sociedad más justa y equitativa.

Esta exposición es una oportunidad única para conocer el trabajo de un colectivo que ha logrado marcar una diferencia en su comunidad a través del arte urbano y la pedagogía creativa. Visitarla es una invitación a reflexionar sobre la memoria del pasado y el papel que juega en la construcción del futuro.

Memorable I: Experiencias ejemplares de construcción de memoria pública democrática en un período crítico

El libro que presentamos a continuación podría considerarse una caja de herramientas. En este hemos recogido experiencias ejemplares de ejercicios de memoria, por la paz y la reconciliación, que sirven para ser replicadas, debatidas o recreadas; experiencias inspiradoras que compartimos de manera sintética, también como una muestra de la gestión del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación (CMPR) entre 2020 y 2022.

El período de referencia es, sin ninguna duda, un periodo
crítico. Por un lado, estuvo marcado por los procesos de
movilización desbordada que empezaron a darse con mayor
intensidad en Bogotá y el país a partir de la firma del Acuerdo
Final de Paz. Desde 2016, con la promesa de que sin guerra habría
tiempo, espacio y voluntad para que pudiéramos concentrarnos
en los problemas estructurales de Colombia, las exigencias
sociales por el cambio se expresaron con votaciones inéditas en
las elecciones presidenciales y la consulta anticorrupción de 2018.
Correlativamente, las marchas que empezaron el 21N de 2019
determinaron un prolongado “estallido social” sin precedentes.
Este periodo corresponde a los primeros años del post-acuerdo de Paz, que la mayoría de expertas y expertos internacionales consideran determinantes para el futuro del país, con un balance contradictorio entre avances importantes, sobre todo en materia de justicia transicional, y una gran falta de voluntad para su implementación efectiva, cientos de asesinatos de firmantes de paz, líderes y lideresas sociales y masacres.

Más allá, entre 2020 y 2022, vivimos una verdadera distopía
con la etapa más difícil de la pandemia de la COVID-19, que
significó muertes, confinamiento generalizado, afectaciones
inmensas al sistema productivo, exacerbación del abuso policial
y graves daños a la vida en relación y la salud mental, que solo ahora han empezado a medirse en su magnitud. La pandemia fue el telón de fondo que determinó lo crítico de este periodo crítico.


En la convocatoria al uso público del espacio, en la realización
de productos de pedagogía para la ciudad, en el fortalecimiento
y expresión de iniciativas de víctimas y ciudadanas, tomamos en
serio las exigencias del nuevo momento de movilización social
y el reclamo por la ampliación de lo memorable para dar lugar
también a las violaciones a los derechos humanos en las protestas
sociales, las resistencias que son parte de la experiencia de las
víctimas del conflicto armado y las luchas por la democracia en el
país. Las convocatorias a eventos, talleres y otros espacios no solo
debieron adaptarse a la llamada virtualidad, sino que tuvieron
que elaborarse para que fueran útiles también a la urgencia de
enfrentar la soledad, encierro y “distanciamiento social”.
En ese sentido, las experiencias que recogemos aquí tienen
el valor de haberse producido tomando en cuenta cuestiones
que se suelen mencionar como retos en foros y seminarios sobre
memoria para la paz y la reconciliación, pero sobre las que han
existido pocas respuestas: la construcción de comunidad; el protagonismo de la ciudadanía; la imaginación ante la falta de
Memorable I apropiación social de experiencias vinculadas con la violencia; la realización de herramientas con perspectivas emancipatorias como el feminismo, ecologismo o antirracismo, etc.
Nos referimos a experiencias de memoria pública democrática porque hablamos de procesos que no pretenden la transmisión de un relato cerrado y estático, sino la promoción del diálogo y el debate públicos, sobre el posicionamiento de verdades factuales a partir de investigaciones rigurosas, sentencias judiciales; informes como los del Centro Nacional de Memoria Histórica o la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición. Este concepto también hace referencia a la consideración de las experiencias de resistencia, transgresión contra las injusticias y construcción de democracia, como parte fundamental de lo memorable en el siglo XXI en el que tenemos que confluir en la defensa de causas comunes, más allá de constatar nuestras innegables diferencias.


Así, aquí encontrarán experiencias como cursos y ciclos
de formación para público general; proyectos de investigación
difundidos en formato de series documentales y podcast; ejercicios
de escritura creativa con firmantes de paz; procesos de creación y
puesta en escena con rap y teatro; curaduría de cine documental;
exposiciones; proyectos para niños y niñas; laboratorios para
estudiantes; proyectos de memorias territoriales en barrios de
Bogotá; y performance sobre desaparición forzada. Son muchas las organizaciones de víctimas, organizaciones sociales, movimientos, individuos e instituciones que han hecho posible el trabajo del CMPR en este periodo crítico. A todas ellas y ellos les expresamos el agradecimiento que corresponde a compañeras y compañeros de lucha y les ofrecemos este recuento que esperamos siga alimentando la fuerza por la memoria, la paz y la reconciliación en Bogotá, Colombia y el mundo.

Un monumento en el cielo en memoria de las personas desaparecidas

Por María Flórez, equipo del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación.

Por segundo año consecutivo se realizó en Bogotá “Ausentes, estrellas presentes”, una acción pública en la que organizaciones sociales y de víctimas que luchan contra la desaparición forzada interpelan a la ciudadanía mediante la representación de los desaparecidos en las estrellas.

Los claveles blancos de la marcha de 1983. Un colibrí que encarna los tiempos de la memoria. El Palacio de Justicia abrasado por las llamas simbolizando la injusticia de la ausencia forzada. Un corazón que contiene la tristeza de la pérdida. El Monumento a la Resistencia de Cali, emblema de la acción colectiva. Una flor de loto que representa la vida digna. La mujer de los ojos vendados significando solidaridad e impunidad. Una cometa que eleva las exigencias de las víctimas. Una mariposa que personifica la separación y la búsqueda.

Todas esas imágenes están formadas por estrellas. Son asterismos o constelaciones creados por organizaciones de familiares de víctimas de desaparición forzada o de defensores de derechos humanos que acompañan las labores de documentación y búsqueda. Proyectadas en el domo del Planetario de Bogotá, conforman un “monumento a la memoria” de las personas desaparecidas forzadamente en Colombia, pero también de la ardua lucha de quienes se han organizado para buscarlas aun en medio de un clima de persecución, poca capacidad institucional e indiferencia social.

Este monumento efímero fue presentado al público el pasado viernes 4 de noviembre, como parte de la segunda versión de “Ausentes, estrellas presentes”, una acción pública de memoria resultado de un proceso de co creación en el que participaron el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación (CMPR), el Planetario de Bogotá, la Línea Arte y Memoria Sin Fronteras de IDARTES y 12 organizaciones sociales y de víctimas. El proyecto busca asignarles un lugar en el cielo a las miles de personas que han sido desaparecidas en el país durante el conflicto armado.

Foto 1: Asterismos creados por las organizaciones. Foto: Joao Agamez - Centro de Memoria, Paz y Reconciliación

La relación entre la búsqueda de los desaparecidos y la observación del cielo está condensada en un documental de Patricio Guzmán, pero también en la contemplación íntima que han hecho los familiares en las largas noches de espera. Durante la ausencia de su hermano Bernardo, desaparecido durante la retoma del Palacio de Justicia, en 1985, Sandra Beltrán observó muchas veces el firmamento: “Es un ejercicio que vengo haciendo desde que tenía 20 años, solo que lo hacía en la terraza de la casa paterna nuestra. Me daba la madrugada parada mirando el cielo, parada mirando y esperando que apareciera algo o pasara algo. Cuando murió mamá me daban horas enteras mirándolo, por una ventana o desde la terraza, buscando respuestas”.

Esta apreciación, y la elaboración de representaciones a partir de ella, ha estado presente durante toda la historia humana, según explica Carlos Molina, coordinador del Planetario de Bogotá: “El cielo ha sido un escenario de memoria para la humanidad desde que tenemos conciencia. Allí están plasmados en muchas culturas los héroes, los sueños, los miedos. En 2021, cuando comenzamos con este ejercicio, nos dimos cuenta de que construir nuestro propio cielo como una escultura de memoria fortalecería los relatos de lo que somos y lo que nos ha pasado, pero que sobre todo se constituiría para los familiares de las víctimas en un referente de estar mirando el mismo cielo que miraron nuestros ancestros y que, como la esperanza se mantiene, tal vez estén viendo los desaparecidos”.

En el mismo sentido, Jose Antequera, director del CMPR, explica que “en esta acción de memoria poética se pudieron cartografiar los casos de desaparición forzada en el cielo de acuerdo a un ejercicio participativo, por medio de constelaciones que fueron elaboradas por las propias organizaciones y que corresponden a los símbolos que reivindican por su experiencia y por sus luchas”.

Foto 2: El domo del Planetario de Bogotá fue uno de los epicentros de la acción pública de memoria. Foto: Joao Agamez - Centro de Memoria, Paz y Reconciliación

En el domo del Planetario también se proyectó una línea de tiempo elaborada por las y los familiares, que comprende el periodo 1928 – 2022. Esta línea incorpora las fechas de creación de las organizaciones, algunos casos de desaparición forzada; acciones colectivas de búsqueda, construcción de memoria y creación o transformación de la legislación sobre la materia; y las tipologías de la desaparición, enmarcadas en los contextos políticos en que se produjeron. Allí pueden reconocerse la desaparición de Omaira Montoya, en 1977, así como el reciente fallo en el que la Corte Interamericana de Derechos Humanos declaró la responsabilidad internacional del Estado colombiano en la desaparición forzada de Pedro Movilla, dirigente del Partido Comunista de Colombia – Marxista Leninista.

Ya afuera del Planetario, en la Plazoleta del Parque de la Independencia, las y los familiares se arroparon con las estrellas. Cada una vistió una capa azul, en la que se iluminaron asterismos, nombres de los desaparecidos y frases proclamadas en marchas, plantones, conmemoraciones.

La organización Familiares del Palacio de Justicia, de la que hace parte Sandra Beltrán, portó la frase “Sus huellas, nuestras huellas, no se borrarán jamás”. Sandra explica su pertinencia: “Cada palabra que compone esa frase es real, porque nosotros hemos seguido las huellas de los desaparecidos del Palacio desde el momento en que salen tomados por la Fuerza Pública. Hemos seguido las huellas que nos han ido dejando estos 37 años por la Casa del Florero, el Cantón Norte, la Escuela de Artillería, las Cuevas de Sacromonte en Facatativá. Al hacer este recorrido, las hemos pisado y reafirmado”.

Foto 3: Las capas fueron elaboradas manualmente en sesiones de trabajo colectivo. Foto: Joao Agamez - Centro de Memoria, Paz y Reconciliación

La elaboración de estas capas fue realizada en El Olimpo, un laboratorio de moda ubicado en el barrio Santa Fe, en el que trabajan mujeres trans. Fue la Madre Cindy, una experimentada lideresa y antigua habitante del barrio, quien guió a las familiares durante el proceso de bordado de luces y aplicación de pedrería. Para las participantes fue un escenario de aprendizaje, encuentro y catarsis.

Vestidas todavía con las capas, las familiares declamaron un poema creado colectivamente. En medio del ruido incesante del centro de Bogotá, las y los transeúntes escucharon: “No descansaremos hasta encontrarlos. Cada estrella es uno de los nuestros iluminando el destino. Nuestros ausentes habitan nuestras mentes […] Y a ustedes, señoras y señores, ¿quién les hace falta en el país del olvido?”.

La vinculación de la ciudadanía en la búsqueda y la exigencia de justicia ha sido una prioridad para los familiares en este y muchos otros procesos de memoria. Pablo Cala, de la Fundación Hasta Encontrarlos, señala que “hay tres mensajes clave en esta acción pública. Primero, que nada justifica las desapariciones forzadas. Segundo, que la búsqueda no puede ser solamente una tarea de los familiares o de algunas instituciones, sino que debe ser una apuesta social, para que se puedan erradicar las desapariciones como una práctica contra quien siente y piensa diferente. Y tercero, que la memoria no es algo del pasado, sino algo presente que de manera directa nos está interpelando”.

Foto 4: "Ausentes, estrellas presentes" posibilitó el trabajo articulado entre las organizaciones. Foto: Joao Agamez - Centro de Memoria, Paz y Reconciliación

La interpelación a la sociedad y al Estado para encontrar a los desaparecidos y poner fin a este crimen de lesa humanidad ha sido un trabajo permanente de las organizaciones sociales y de víctimas desde hace casi 40 años, cuando se fundó la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (Asfaddes). Como resultado de ella, el Congreso tipificó en 2000 el delito de desaparición forzada y los dos procesos de justicia transicional desarrollados en el país han creado mecanismos, equipos e instituciones para la búsqueda, que es todavía insuficiente teniendo en cuenta la dimensión de lo ocurrido. En su Informe Final, la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad determinó que entre 1985 y 2016 fueron desaparecidas 121.768 personas en el país.

Esta labor desarrollada durante décadas ha empezado a ser recientemente reconocida. En su sentencia sobre el caso de Pedro Movilla, la Corte Interamericana le ordenó al Estado que, en un acto público de reconocimiento de responsabilidad, hiciera mención al “impacto particular sufrido” por Candelaria Vergara, esposa de Movilla, y otras mujeres que han buscado a los desaparecidos. Además, en octubre pasado, varios congresistas radicaron el Proyecto de Ley para la Protección Integral de los Derechos de Mujeres y Personas Buscadoras, impulsado por la Fundación Nidya Erika Bautista.

Consciente de la necesidad de reconocer la valiosa trayectoria de las organizaciones, esta versión de Ausentes, estrellas presentes incorpora una exposición en el segundo piso del Planetario, en la que se exhiben objetos que son vehículos de la memoria de sus luchas. Allí se encuentran desde las primeras cartillas circuladas por los familiares en la década de 1980, hasta las más recientes cartografías que han elaborado para señalar los lugares de donde se llevaron a los desaparecidos. También se han dispuesto pendones, camisetas y los rostros de las personas desaparecidas plasmadas en múltiples soportes, que podrán apreciarse hasta el próximo 20 de noviembre.

Foto 5: La exposición que hace parte de la acción pública busca reconocer el trabajo de las organizaciones sociales y de víctimas que luchan contra la desaparición forzada. Foto: Joao Agamez - Centro de Memoria, Paz y Reconciliación

Rosalba Campos, integrante del Colectivo 82, destaca al respecto: “Estos objetos son muy valiosos, son un tesoro para nosotros y los guardamos con mucho cuidado. Ahí hay parte de la historia de lo que son los comienzos de Asfaddes, cuando nos unimos para luchar contra las desapariciones, las familias fueron llegando y fuimos viendo que no éramos solamente nosotros los que teníamos desaparecidos”.

El montaje de la exposición en el Planetario es también una apuesta por llegar a otros públicos, ocupando el espacio de una institución que la ciudadanía no vincula necesariamente con la memoria del conflicto o la violencia política. Cesar Santoyo, director del Colectivo Sociojurídico Orlando Fals Borda, organización participante del proyecto, reflexiona en ese sentido: “Esto es disruptivo y hermoso, porque nos permite abrir estos diálogos en los lugares menos usados para ello. Así mismo tengo para recordar el Diálogo Internacional de Saberes sobre Desaparición Forzada, que lo hicimos en la Facultad de Ingeniería de la Universidad Francisco José de Caldas, igual que hemos hecho performance y montajes en lugares disruptivos, en la calle, diciéndole a la sociedad que no puede estar de espaldas a la lucha contra la desaparición forzada”.

Al cierre de la acción pública, el CMPR y el Planetario les entregaron a las organizaciones 44 cartas celestes, en las que se evidencia el cielo que era posible ver en los lugares, fechas y horas aproximadas en las que fueron desaparecidas igual número de personas. La representación de las y los desaparecidos en el cielo, y la creación de un monumento celeste en su memoria, es, como señala Luz Marina Bernal, de la Fundación Fair Leonardo Porras, “permitir que, aunque estén ausentes, estén presentes cada noche para nosotros. Y también es darles una postura mucho más alta de la que hemos podido venir dándoles. Ya les tenemos un lugar en cada una de las estrellas, desde allá nos están alumbrando”.