Las mujeres en Colombia han sufrido doblemente la guerra. Las cifras nos muestran que los hombres han sido las principales víctimas del delito de homicidio, pero también nos indican que las demás tipologías de violencia han sido ejecutadas a la par contra hombres y mujeres. Vergüenza, dolor, amargura y rabia son las palabras que vienen a mi mente cuando pienso en cientos de mujeres víctimas que he conocido a lo largo de este interminable conflicto colombiano. Mujeres desplazadas con sus hijos, mujeres que no encuentran sosiego ante la desaparición de un familiar, mujeres cuyos hijos se los llevó la guerra porque fueron reclutados, y viven con el corazón en la mano, esperando siempre la trágica noticia de la muerte. Mujeres violadas para humillar al supuesto enemigo, mujeres desaparecidas, mujeres secuestradas, mujeres mutiladas, mujeres preñadas por sus victimarios violadores, mujeres tristes, mujeres solas, mujeres sobrevivientes.
Pero también he conocido el valor inigualable de estas mujeres que, a pesar de todos sus sufrimientos, tuvieron que levantarse solas para seguir adelante con la vida, lograr sobreponerse gracias a su esfuerzo y revertir su sufrimiento en una causa colectiva. Con este valor indescriptible y su propia persistencia, muchas mujeres lograron que las adversidades y las circunstancias forjaran su liderazgo y que, en el marco de otros esfuerzos hechos por los movimientos de defensa de los derechos humanos, se hicieran visibles y reconocidos sus derechos.
A pesar de que la guerra y la violencia arrebatan cada día los derechos de muchas ciudadanas y ciudadanos, Colombia hoy cuenta con un marco jurídico que reconoce los derechos de las mujeres víctimas y con una serie de autos proferidos por la Corte Constitucional, que son instrumentos fundamentales en la búsqueda de la garantía de los derechos, pues reconocen el impacto desproporcionado, en términos cuantitativos y cualitativos, del conflicto armado interno y del desplazamiento forzado sobre las mujeres colombianas. En el ámbito de la prevención del desplazamiento forzoso, la Corte Constitucional ha identificado los Riesgos de Género, es decir, los factores de vulnerabilidad específicos a los que están expuestas las mujeres por causa de su condición femenina en el marco de la confrontación armada interna colombiana, que no son compartidos por los hombres, y que explican en su conjunto el impacto desproporcionado del desplazamiento forzoso sobre las mujeres.
En este marco de derechos y reconocimientos jurisprudenciales, el Distrito Capital busca superar, de la mano con las mujeres víctimas del conflicto armado y con acciones concretas y acciones afirmativas, los rasgos de discriminación profundamente arraigados en la sociedad colombiana y construir una ciudad más justa, incluyente y amorosa.