Agua Corriente: el libro de no ficción escrito por excombatientes

‘Agua Corriente’ plantea la necesidad de hacer una reflexión sobre el agua y la necesidad de su defensa como causa común.

‘Agua Corriente’ es el nuevo libro de no ficción que recopila relatos de excombatientes firmantes de paz en el que narran, a partir de un proceso de formación en escrituras creativas, la relación que sostuvieron con la naturaleza en épocas de conflicto armado en Colombia.

Este segundo volumen del proyecto “relatos de no ficción de excombatientes para la reconciliación”, existe gracias a la alianza entre el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación y el Instituto Caro y Cuervo, y a la disposición de las organizaciones y firmantes que se han comprometido con la paz y la reconciliación. El proceso surge a partir de un modelo de laboratorios de escritura comunitaria en el que las anécdotas se convierten en relatos para ayudar a generar diálogos improbables en el país, y a fortalecer la idea de reconciliación como convergencia en torno a causas comunes.

‘Agua Corriente’ plantea la necesidad de hacer una reflexión sobre el agua y la necesidad de su defensa como causa común. “A partir de la experiencia de construcción y desarrollo del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación, hemos promovido una noción de reconciliación como convergencia en torno a causas comunes (…) pero si reconciliación es diferente a convivencia es porque implica la aceptación de la vulnerabilidad y la interdependencia que nos constituyen como seres humanos y, sobre todo, la certeza de que hay muchas razones por las que se imponen causas comunes a pesar de las muy hondas distancias vinculadas con eso que llamamos, en Colombia: conflicto político, social y armado.” Afirma Jose Antequera, director del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación.

Los relatos de “Agua Corriente”:

1. Todo es agua, por Manuel Bolivar

2. Agua: cómplice de alegrías, por Sarah Luna Ñustes

3. Agustina, la iguana de la charca, por Martín Cruz

4. El agua por debajo tiene menos fuerza, por Carolina García

5. Río moribundo, por Elkin Carabalí

6. Agua que corre, por Lizeth Rentería

7. Aguas en guerra, aguas en paz, por Gabriel Ángel

8. Ahora que tenemos tiempo, por Carmen Capacho

9. El Tapir: riberas del río Guayabero, por Guillermo Coco

10. Traslados, tempestades: el agua del cielo, por Yesenia Fierro

 

“Kimy, el guardián del río”, una historia animada para niñas y niños

El Centro de Memoria, Paz y Reconciliación presenta el corto animado “Kimy, el guardián del río”, una herramienta pedagógica que hace parte de la estrategia “1, 2, 3 por ti” de la sala Camino a Casa, la cual busca generar diálogos con niños y niñas en torno a memorias de causas comunes abanderadas por personas que están representadas en la Cartografía “Bogotá, Ciudad Memoria”.

Kimy Pernía Domicó dedicó su vida a la defensa de los ríos Sinú, Esmeralda, Verde y Cruz Grande, que nacen en el resguardo Embera Katío del Alto Sinú, en el departamento de Córdoba. Como líder de esa comunidad, que habita el Parque Nacional Natural Paramillo, estaba comprometido con denunciar el riesgo que representaba para el pueblo embera la puesta en funcionamiento de la Central Hidroeléctrica Urrá, que se abastece del agua de los ríos que nacen en territorio indígena.

Pernía impulsó importantes acciones de denuncia y movilización para tratar de impedir los impactos del megaproyecto en la calidad de vida de los indígenas. En 1999, en un seminario realizado en la Universidad Nacional de Colombia, declaró: “La construcción de la Represa Urrá desvió el río Sinú. Desde entonces, la situación cambió totalmente. La represa trajo la muerte a nuestra gente: muerte de los pescados; muerte de los miembros de la comunidad que han sentido la pérdida de proteínas, debilitando su salud, y la muerte de nuestros líderes que han protestado y desafiado este megaproyecto”.

Por su trabajo en defensa de los ríos, Pernía fue desaparecido y asesinado por paramilitares en 2001, tal como ha reconocido el excomandante paramilitar Salvatore Mancuso. Este 2 de junio se cumplen 21 años del crimen.

El corto animado “Kimy, el guardián del río” busca contribuir a hacer memoria sobre la defensa de los cuerpos de agua que emprendieron Kimy Pernía y los indígenas del Alto Sinú. La producción contó con la participación de la hija de Pernía, Martha Domicó, quien realizó importantes aportes a la construcción del guion y lo subtituló en embera. Igualmente, varias mujeres embera residentes en Bogotá tejieron con chaquiras algunos de los elementos que componen la escenografía. La locución de los parlamentos de Kimy fue realizada por Jondry Rojas, sabedor de ese pueblo indígena.

Las instituciones u organizaciones interesadas en activar este material con niños y niñas pueden escribir al correo electrónico apmora@alcaldiabogota.gov.co

9 años de la inauguración de la sede del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación

En 2008 comenzó la construcción física y social del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación. Este proceso hizo parte del largo recorrido de los esfuerzos por la paz en Colombia y ocurrió en un momento de gran movilización por la memoria, la verdad, la justicia y la reparación. 
 
Durante cuatro años se realizaron intercambios con organizaciones sociales y de víctimas, académicos, artistas, gestores culturales, funcionarios, activistas, docentes, representantes de ONGs y de la comunidad internacional, entre otros, y se estructuró un proyecto pionero en el país e innovador a nivel mundial que finalmente se inauguró en el Parque de la Reconciliación de Bogotá el 6 de diciembre de 2012. 
 
El CMPR está ubicado en el antiguo Globo B del Cementerio Central. Su estructura física constituye un Memorial por la Vida, que tiene por corazón un monolito con 2012 tubos de tierra que han sido entregados por víctimas y ciudadanía de toda Colombia, traídos desde territorios de conflicto, violencias, resistencias e iniciativas de paz. 
 
Es un lugar emblemático de Bogotá dedicado a múltiples acciones alrededor de la construcción de memoria, paz y reconciliación. Por ello, ha sido un lugar de incontables actividades de organizaciones sociales y de víctimas. Entre ellas, actividades artísticas, conmemoraciones, procesos de formación y encuentros académicos. 
 
Desde el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación se han apoyado y construido dispositivos pedagógicos y de apropiación social de la memoria fundamentales para la ciudad, que han contribuido al acercamiento de la escuela a los temas de memoria, paz y reconciliación; a la reflexión y valoración de los lugares de memoria en Bogotá, y a promover espacios de sensibilización y debate. 

Los Guardianes de la Memoria en Bogotá

Por: Andrea Mora y Germán Moreno / Equipo Centro de Memoria, Paz y Reconciliación.

Guardianes de la Memoria es una herramienta pedagógica para que los niños, niñas y adolescentes víctimas y afectados por el conflicto armado o por procesos migratorios fortalezcan el tejido social y la construcción de memoria y paz en la ciudad a través de diversas narrativas.

Camilo y Alejandra* vivían en el estado de Sucre, Venezuela. Su padre salió huyendo hacia Colombia en 2019 por haberse negado a participar en un hurto de enseres para ser entregados a las fuerzas militares venezolanas. En Sucre, Camilo y Alejandra tenían vivienda, comida, acceso a salud y educación, pero el asesinato de su tío en frente de su casa los hizo salir hacia Colombia bajo amenazas.   

Carmen*, junto con sus hijos Camilo y Alejandra, de 9 y 10 años, viajaron hasta la ciudad fronteriza de San Antonio del Táchira y desde allí caminaron durante siete días para llegar hasta Bucaramanga. Después, lograron conseguir un pasaje en bus hasta Barranquilla, sentados todos en el mismo puesto. “Mis hijos tuvieron que cambiar sus juguetes, sus risas y sus amigos por caminatas largas acompañadas de hambre, frío y cansancio”, relata Carmen.  

En Barranquilla su estadía fue corta al no encontrar oportunidades laborales y al enfrentarse con expresiones xenófobas, así que decidieron continuar su ruta hacia la capital del país en trayectos cortos. En Bogotá, Camilo y Alejandra se reencontraron con su padre y actualmente viven en un paga diario de la localidad de Kennedy. Muchas veces tienen una sola comida al día, no cuentan con Permiso Especial de Permanencia, ni acceso al sistema de educación, pero poco a poco se han vinculado a los espacios que hay para los niños y niñas en la ciudad.  

Al otro lado de donde residen Camilo y Alejandra, en el oriente de la capital, vive Martín* con sus tres hermanas y su madre. Llegaron a Bogotá en 2007 provenientes del municipio de Chaparral, Tolima, a causa de un desplazamiento forzado por amenazas y persecuciones que llegaron después del asesinato de su padre a manos de integrantes del Ejército. Él era líder social y presidente de una junta de acción comunal de la región. 

Martín y su familia tuvieron que iniciar de cero en Bogotá y pudieron establecerse en un paga diario de la localidad de San Cristóbal Sur.  A través de trabajos domésticos, la madre de Martín ha podido sustentar a su familia e iniciar una nueva vida mientras continúa asistiendo a las audiencias del proceso judicial que está en curso por asesinato de su esposo y denuncia las amenazas que hay contra su familia.  

Las historias de desplazamiento forzado y de migración de Camilo, Alejandra y Martín, son tan solo una muestra de las múltiples violencias que han impactado a las personas que habitan Bogotá, las cuales dan cuenta de la necesidad de continuar implementando en la ciudad estrategias integrales de reparación e inclusión. 

Uno de los escenarios donde Camilo, Alejandra y Martín han podido encontrar causas comunes es en los espacios protectores de la Fundación PLAN y de la Estrategia Atrapasueños de la Secretaría Distrital de Integración Social. En estos lugares conocieron la herramienta Guardianes de la Memoria que diseñaron el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación y la Secretaría Distrital de Integración Social, en alianza con la Fundación PLAN. Esta estrategia ha generado un espacio para jugar, experimentar, hablar y reflexionar sobre las memorias de los niños, niñas y adolescentes víctimas del conflicto armado y de la población migrante. 

Para Jose Antequera, director del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación, Guardianes de la Memoria es una estrategia para que los niños y niñas puedan entender que la memoria es algo más que conocer las tragedias que han ocurrido en nuestra historia. “Es poder construir una memoria comprometida con el presente y una memoria que sea cultivada como parte de la cultura que también en los niños y las niñas es fundamental para que al final nuestro país pueda tener la paz que merecemos”, aseguró Antequera.   

En este espacio han podido compartir sus historias de vida, sus tradiciones y aquello que más anhelan, pero también han conocido a muchos niños y niñas que, como ellos, desean vivir una infancia con derechos, feliz y protegida. “Esta es una apuesta muy importante de la pedagogía y de poder trabajar con niños y niñas en el entendimiento de una ciudad vibrante en donde las migraciones han jugado un papel esencial y en la que cada una de las personas que llegan a la ciudad en diversos momentos y por diversas razones tienen un espacio, un lugar, unos derechos por los cuales luchar y desde los cuales pueden construir un futuro”, afirmó Gustavo Quintero, vicepresidente de la Fundación PLAN.  

Camilo, Alejandra y Martín hoy son Guardianes de la Memoria. Hacen parte de los 180 niños, niñas y adolescentes en Bogotá que participan de una aventura que les permitió narrar sus memorias y, a partir de ellas, entender que la construcción de paz y de causas comunes es de todos y todas sin importar el color de piel, el acento, el lugar de procedencia. La memoria es un ejercicio que se construye con los otros y las otras para hablar de aquello que nos hace humanos y nos une. 

Es así como Guardianes de la Memoria se convierte en una herramienta que hoy se implementa en nueve localidades del distrito, con acciones simbólicas que fortalecen el tejido social y la construcción de memoria y paz. “Creemos en la importancia de construir escenarios que permitan la participación de niños, niñas y adolescentes víctimas de conflicto armado y afectados por el mismo, que se conviertan en espacios de reconocimiento de su historia de vida. A través de la pedagogía, el arte, el juego, ellos expresan emociones, sentimientos, y se apropian de sus propios derechos”, aseguró Luis Parra, subdirector para la Infancia de la Secretaría Distrital de Integración Social.  

*Todos los nombres fueron cambiados por protección. 

Tejer Memorias en Tiempos de Crisis Democrática

El 4 y el 5 de diciembre de 2020 se realizó de manera virtual el encuentro de experiencias “Tejer Memorias en Tiempos de Crisis Democrática”, organizado por el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación; la Universidad del Rosario; la Universidad Pedagógica Nacional; y el Instituto Distrital de Patrimonio Cultural, con la participación de más de 30 universidades, instituciones y organizaciones.

 

Este encuentro fue fundamental no solo para poner en común investigación que se desarrollan actualmente con distintas perspectivas conceptuales y metodológicas, sino también para pensar colectivamente nuevas rutas en el campo de estudios de la memoria a partir de la realización de un balance del camino recorrido hasta ahora en Colombia.

 

El encuentro se desarrolló alrededor de cinco ejes temáticos. El primero, titulado “Historizar la memoria en Colombia”, planteó dos cuestiones centrales. La primera estuvo relacionada con la necesidad de reconocer la emergencia de nuevos actores en el campo de la memoria que no se consideran víctimas del conflicto armado, sino de procesos históricos de exclusión y discriminación, o que habiendo sido parte de la confrontación político – militar buscan poner en la escena pública memorias que no son necesariamente apologéticas.

 

La segunda cuestión que surgió en este eje fue la emergencia cada vez mayor de nuevas discusiones y apuestas metodológicas en el campo de estudios de la memoria, como por ejemplo, las relacionadas con los estudios culturales, el análisis de las dinámicas socioespaciales, el ecoturismo y los feminismos.

 

El segundo eje se tituló “Memorias, Patrimonios Plurales y Construcción de Paz”. Este eje entendió la memoria como un campo en el cual convergen o se articulan disputas propias de los campos simbólico, político y social. En esa línea, reconoció a la memoria como un recurso importante para ayudar a situar en una mejor posición en el escenario democrático a las comunidades y grupos históricamente excluidos. Además, reconoció la necesidad de tejer una alianza de múltiples prácticas de la memoria que diversifiquen la escena pública. Todo ello, valorando las tensiones que existen entre las formas comunitarias, institucionales y expertas de hacer memoria.

 

Este eje también se preguntó por la relación entre memoria, paz y democracia, concluyendo que no se trata de una relación de causa y efecto. Así, se planteó que la memoria puede dar lugar a procesos democratizantes y de construcción de paz, pero también puede reproducir relaciones autoritarias que buscan desconocer la pluralidad y regular el campo.

 

Frente a ambas cuestiones, el eje dejó abiertas dos preguntas: ¿Cómo pasar de unas memorias traumáticas a unas memorias emancipadoras, diversificadoras de la esfera pública? ¿Cuáles maneras de hacer memoria pueden fortalecer la democracia?

 

El tercer eje, titulado “Territorio, ambiente y memorias”, trabajó a profundidad el tema de la memoria ambiental, denifiéndola como una apuesta contrahegemónica que necesita ser visibilizada. Destacó que este tipo de memoria estudia los conflictos (armado, socioecológico) y las resistencias de las comunidades en relación con la naturaleza, la cultura, las prácticas productivas, las identidades. Además, consideró a las memorias ambientales como narraciones que están atravesadas por los cuerpos individuales y colectivos.

 

Este eje también planteó que en los procesos de construcción de memorias ambientales se generan prácticas de reconciliación con la naturaleza y de recuperación del tejido social, ambos afectados por el conflicto armado y por el extractivismo. En relación con esas prácticas se consideraron centrales las categorías de cuerpo, ritual, tradición, sanación y ancestralidad.

 

El cuarto eje se tituló “Educación, investigación y memoria”. Este eje planteó dos cuestiones ético-políticas. La primera, que los procesos de construcción de memoria deben estar orientados hacia un diálogo intergeneracional que reconozca la construcción de las subjetividades de niñas, niños y jóvenes. La segunda, que es urgente crear un movimiento pedagógico para el Nunca Más en América Latina. Los participantes de este eje reconocieron que en Colombia existen importantes trabajos sobre educación y memoria alrededor de los cuales se han articulado maestros y maestras.

 

Por último, el eje cinco, “Archivos, lenguajes y estéticas de la memoria”, señaló que existen “nuevas formas de hacer memoria” que se han constituido como una alternativa frente a una coyuntura que se percibe como negacionista, autoritaria, homogeneizante. Algunas de estas formas son: archivos, museos, lugares de memoria, prácticas rituales de duelo, antimonumentos, grafitis, muralismo, producciones audiovisuales, fotografías, grabados, blogs; expresiones musicales, danzarias, literarias; serigrafías, fotomontajes, tejidos, performance.

 

El eje planteó que estas expresiones están arraigadas en espacios y territorios concretos en los que las comunidades han construido lugares de memoria, resignificando de ese modo los espacios en los que se desarrolló el conflicto armado. Asimismo, consideró que las diversas narrativas allí desplegadas fortalecen las organizaciones e interpelan a los sujetos.

 En términos generales, los participantes del encuentro señalaron insistentemente la necesidad de generar redes de articulación para difundir los múltiples trabajos de investigación que están en curso o que han sido recientemente publicados. Además, para generar espacios de intercambio entre los distintos procesos de construcción de memoria que se llevan a cabo dentro y fuera de la academia.

Propuestas ganadoras de los estímulos para proyectos sobre memoria, paz y reconciliación.

En octubre del año 2021 el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación a través del Programa Distrital de Estímulos para la Cultura, lanzó la convocatoria para la premiación de 25 proyectos que, a través de prácticas artísticas culturales y producciones audiovisuales, se han destacado por su contribución a la construcción de memoria, la paz y la reconciliación en la ciudad de Bogotá.

Es un gusto y un honor anunciarles las agrupaciones y personas jurídicas ganadoras de los estímulos bajo las Resoluciones No. 967 de 22 de diciembre de 2021, y la No. 970 de 23 de diciembre de 2021 de la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte.

Ganadores y ganadoras del premio prácticas artísticas y culturales para la memoria, la paz y la reconciliación como causas comunes:

  • COSTURERO DE LA MEMORIA: KILÓMETROS DE VIDA Y DE MEMORIA
  • MACKY RUFF Y LA GAITANA
  • COMPAÑÍA DE DANZA PROYECTO 2
  • BATAKLAN TEATRO
  • LUCIÉRNAGAS
  • TEATRO ENTRE TENSIONES
  • BACATÁ
  • FUNDACIÓN TRÍPIDO
  • CAROLINA MÉNDEZ TRIO
  • SUNDIATA KEÏTA
  • MUJERES HACIENDO MEMORIA – COSTURERO DE SUBA
  • CORPORACIÓN TRADSO
  • CASA DE LA CULTURA LEONARDO GÓMEZ
  • COMPAÑÍA ESTESIS DANZA
  • DIAZ-NIETO COLLECTIVE.

Ganadores y ganadoras del premio Audiovisuales verdad, paz y reconciliación:

ASOCIACIÓN COMPAÑÍA LA OTRA: MEMORIA EN SERIE, PORQUE OLVIDAR NO SE PUEDE (SERIE AUDIOVISUAL)

  • ENTRELAZANDO S.A.S: SANGRE Y TIERRA
  • FUNDACIÓN CON LUPA: CICATRICES EN LA TIERRA
  • FUNDACIÓN NYDIA ERIKA BAUTISTA PARA LOS DERECHOS HUMANOS: PATIDESCALZAS
  • KRAKEN PRODUCCIONES: LAS PROTESTAS QUE MARCARON A BOGOTÁ: UN AÑO TRAS LA HORRIBLE NOCHE
  • LOS MONSTRUOS DEL CINE S.A.S: SHOOTING
  • MERÁKI S.A.S: TRAZOS DE TIERRA
  • PILLE LA VUELTA ES CONSTRUYENDO MEMORIA
  • SINERCIA PRODUCCIONES S.A.S: FRÍO EN LA MONTAÑA
  • UMBA S.A.S: USME: NIDO DE RESISTENCIA

 
Tenemos la certeza que en el 2022 el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación estará a disposición de la circulación y fortalecimiento de estas iniciativas que ya constituyen un aporte invaluable para la ciudad que merecemos.

Consulte aquí las Resoluciones:

Premio prácticas artísticas y culturales para la memoria, la paz y la reconciliación como causas comunes: https://sicon.scrd.gov.co/convocatorias/1201

Premio Audiovisuales, verdad, paz y reconciliación: https://sicon.scrd.gov.co/convocatorias/1200

Los puntos claves para la construcción de paz

Por Fernanda Espinosa Moreno, equipo del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación

Se cumplen cinco años de los acuerdos de paz entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las FARC-EP. Sin embargo, estamos en un escenario de posconflicto difícil y con varios riesgos, lejos de la consolidación de la paz.  

Las violencias se están recrudeciendo en algunas regiones del país. De ello es evidencia el aumento del desplazamiento forzado, de los homicidios y el asesinato de firmantes de paz y de líderes sociales. Además del incremento de las disidencias, actores armados dispersos y disputas por control territorial.  

La historiografía del siglo XX en Colombia coincide en identificar dos grandes ciclos de violencia en el país: el primero es el periodo conocido como La Violencia Bipartidista y el segundo es el ciclo que se inicia con el conflicto armado y las guerrillas contemporáneas. Entre esos dos periodos hubo un breve periodo de pacificación que el historiador Robert A. Karl ha denominado como la “paz olvidada”. Francisco Gutiérrez Sanín y otros investigadores han alertado que podríamos estar frente a la apertura de un tercer ciclo de violencia en pleno siglo XXI. Analizar la violencia en una línea de largo plazo con perspectiva histórica es fundamental para preguntarnos y caracterizar el presente. 

En esta semana de conmemoración de los cinco años del acuerdo el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación (CMPR) y El Espectador se unieron para realizar el Foro Retos y Avances para la Paz en Colombia, con el objetivo no únicamente de revisar los avances en la implementación del acuerdo, sino especialmente de plantear los retos de construcción de paz que sigue teniendo el país en un contexto de crecimiento de violencias.  En la apertura del foro, Jose Antequera, director del CMPR, señaló: “Hay temas de reflexión muy importantes en este momento que quisiéramos plantear de cara no simplemente a la implementación, sino a la situación actual que estamos viviendo en el país. Una situación trágica en muchos aspectos… implica necesariamente razones y motivos para pensar en cómo abordar el problema de la paz completa hoy en el año 2021”. En este foro se analizaron, precisamente, los temas fundamentales de la construcción de paz hoy. 

El primer panel, “Movilización por la paz”, fue moderado por Marcela Osorio, subeditora de elespectador.com, y contó con la participación de Medófilo Medina, profesor de la Universidad Nacional de Colombia, y Jose Antequera, director del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación. La reflexión de este panel inició señalando que Colombia ha vivido episodios recientes de aumento de la movilización social, un periodo de movilizaciones que se abrió hace dos años con el 21N y que tuvo un pico en el estallido social que inició en abril de 2021.  

De acuerdo con Medófilo Medina, “el estallido social es como un gran resumen no explícito sino implícito del proceso de paz. Sin la paz firmada, así sea muy golpeada, tal vez esas muchedumbres no se hubieran movido en la misma proporción, porque es distinto cuando vendían sobre el público la idea de que cualquier movimiento, y sobre todo de este carácter, era una maniobra producto de la infiltración de las FARC”.  Antequera, por su parte, señaló que el mayor éxito del Acuerdo de Paz es la apertura democrática que de facto ha producido: “Cuando se produce la movilización del 21N, ese desborde ciudadano está marcado por el hecho de que hay un efecto automático del Acuerdo de Paz que contrasta con su desastrosa implementación: la apertura democrática de facto que ha producido” La sociedad necesita vislumbrar cómo esta efervescencia social puede canalizarse hacia la construcción de paz. 

El segundo panel fue sobre “Política de drogas”, en el cual se discutió acerca de las políticas implementadas en este punto del Acuerdo y, particularmente, sobre la erradicación forzada y la aspersión aérea. Este panel contó con la participación de Pedro Arenas, cofundador de la Corporación Viso Mutop; Ernesto Samper Pizano, expresidente de Colombia; Catalina Gil Pinzón, Oficial de Programa – Programa Global de Políticas de Drogas en Open Society Foundations, y fue moderado por Élber Gutiérrez, jefe de redacción de El Espectador. 

Catalina Gil inició el panel con una evaluación general de la política de este gobierno, que se puede resumir: “En política de drogas, en el país no estamos haciendo caso a la evidencia. Causamos daño, malgastamos recursos, somos ineficientes y repetimos errores del pasado”. Pedro Arenas, por su parte, realizó un balance de la implementación del Acuerdo, específicamente en la sustitución voluntaria de cultivos: “Estamos en el quinto año de la firma del Acuerdo y un poco más del 1% del total de familias participantes del Programa Nacional Integral de Sustitución de Cultivos de Uso Ilícito ha recibido los recursos para proyectos productivos. Lamentablemente en la mayoría de lugares, con la llegada de la administración del presidente Duque, se dio un trastocamiento de la política pública establecida en el Acuerdo de Paz”. 

El expresidente Ernesto Samper Pizano señaló que, “sin duda, hoy día existe una estrecha relación entre el tema de los cultivos ilícitos, su desarrollo y el tema del conflicto armado. Se está produciendo una metástasis del conflicto nacional, que vivíamos antes de los acuerdos de La Habana en zonas estratégicamente muy importantes. En esas zonas, por ejemplo, en Nariño y Catatumbo, está el 56% de los cultivos ilícitos del país. Ustedes recordarán que los dos primeros puntos del Acuerdo eran el tema de tierras y el tema de sustitución social de cultivos y esos son exactamente los temas en los cuales hay mayor incumplimiento de los acuerdos, por eso están matando a los líderes sociales”. Una de las conclusiones de este panel es que, sin lugar a dudas, discutir la política de drogas e implementar la sustitución son fundamentales para desactivar las nuevas violencias que se avizoran. 

El tercer panel analizó la posible apertura de un “Tercer ciclo de violencia”. Este panel estuvo conformado por María Victoria Llorente, directora ejecutiva de la Fundación Ideas para la Paz; León Valencia, director de la Fundación Paz y Reconciliación; Camilo González Posso, presidente de Indepaz; y fue moderado por Fernanda Espinosa, coordinadora del Área de Gestión del Conocimiento del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación. Ante la pregunta de si realmente el país está entrando en un nuevo ciclo de guerra hubo distintas posturas, aunque se coincidió en la existencia de riesgos por el incremento de violencias. 

María Victoria Llorente puntualizó que existen zonas con actores preexistentes que se han fortalecido, unas guerras locales sin actores nacionales. “Creo que es muy temprano para hablar de un nuevo ciclo, pero sí hay unas señales de riesgo muy complicadas y la estrategia que hay para estabilizar estas zonas es muy preocupante, porque estamos en una lectura distinta confundiendo la política de seguridad con la política antinarcóticos. No se está siendo eficaz en contener el crecimiento de esta violencia”, explicó Llorente. También destacó condiciones históricas de fragilidad institucional en algunos territorios que están facilitando que este tipo de fenómenos violentos se reproduzcan.  

Por su parte, Camilo González Posso dijo que “ni por razones armadas, ni políticas, ni nacionales, ni locales, podemos decir que estamos en el inicio de una tercera guerra. Que vamos a ver dinámicas violentas sí, pero violencias de otro tipo en otras circunstancias”. Con cifras en mano, argumentó su afirmación señalando que “el reordenamiento armado es degradado y sin posibilidades de procesos de poder. Las disidencias no tienen el 25% de la fuerza que tuvieron las FARC en 2010. Su capacidad de daño, de desestabilización, no llega al 10%. No hay un reemplazo de un sujeto armado. Las disidencias no tienen futuro”. 

Para hacer frente a estas nuevas violencias, González Posso destacó: “El liderazgo de los gobiernos es fundamental para enderezar el camino. Las políticas públicas, de Estado, planes de desarrollo y de inversión están en juego”o. Por otra parte, León Valencia expresó que “después del Acuerdo de Paz quedaron unos leños prendidos: ELN, disidencias, algunas micro guerras en los territorios, la tensión con Venezuela, las grandes organizaciones del crimen organizado y una protesta social intensa. Había una oportunidad de echarles agua o gasolina a esos leños. Y el gobierno decidió echarles gasolina”. A pesar de ello, su conclusión fue más positiva destacando que “este proceso de paz vive y vivirá a pesar del gobierno. La resistencia de las comunidades, de la sociedad, de nuevos actores políticos y de la comunidad internacional es lo que de verdad nos ha impedido llegar a un tercer ciclo de violencia”. 

En las conclusiones, Humberto de la Calle, ex negociador de paz, fue enfático en señalar que no se puede pensar que el Acuerdo de paz fracasó a pesar de ciertas preocupaciones que se concentran en determinadas zonas del país: “Sí hay una consigna de destrucción de tejido social y de voces alternativas que han ido creciendo, pero eso no significa que haya fracasado el Acuerdo y que estemos ad portas de un nuevo ciclo de violencia”. 

De La Calle destacó que el Acuerdo no ha fracasado y que la paz va. “El acuerdo abrió la brecha, de manera irreversible, de una paz que estaba presa y situada en una burbuja que no correspondía a la de buena parte de los colombianos. Hoy el concepto de paz arraigó en la mentalidad, aun en medio de dificultades”. Más que un tercer ciclo de guerra, De La Calle caracteriza el actual momento como un posconflicto traumático y pedregoso: “Lo que está claro hoy es que continuar con la estrategia de plomo y glifosato no va a funcionar”. 

En este quinquenio tras la firma del Acuerdo Final de Paz con las FARC está claro que hay muchos retos aún en la construcción de paz completa. En este foro se analizaron los más importantes desafíos que tiene el país para hacerle frente a la posible apertura de un nuevo ciclo de violencias. Destacando la necesidad de que el crecimiento de la movilización social aporte a la construcción de paz; se haga tránsito a una política de drogas que permita hacer frente a las disputas por las rutas del narcotráfico, al lavado de activos, y a los desafíos de la sustitución; y de que se analicen con detenimiento las características de las nuevas violencias reconociendo las dinámicas de los actores armados que continúan. Análisis que son fundamentales para pensar el país hoy. 

La memoria de las personas desaparecidas tiene ahora un lugar en las estrellas

Por María Flórez, equipo del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación – Noviembre 6 de 2021

Decenas de mujeres y hombres entraron silenciosos en la noche de este 4 de noviembre a la arena de la Plaza Cultural la Santamaría de Bogotá. Lentamente fueron tomando sus posiciones, cada una de ellas en representación de una estrella. De a cinco, cada grupo formaba una constelación. Una voz que decía “nunca dejaré de pensar en ti” se escuchaba solemne en las graderías de la Plaza, mientras los hombres y las mujeres de la arena apuntaban con luces a la posición exacta del cielo en la que se encontraban las estrellas que representaban sus cuerpos.

Esas estrellas son un nombre, un periodo de tiempo, un hito. Todas contienen la historia de una persona desaparecida forzadamente o de las luchas de las organizaciones sociales y de víctimas que durante años han construido memoria y exigido justicia por ese crimen atroz que es la desaparición forzada. Las personas que apuntan al cielo son integrantes de 14 de esas organizaciones, muchas de ellas con décadas de trayectoria, que se unieron para renombrar las estrellas por la memoria de las y los desaparecidos.

Las constelaciones encarnadas por ellas en la arena fueron imaginadas colectivamente, en un proceso de memoria convocado por el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación, y el Planetario de Bogotá, que recibió el nombre de “Ausentes, estrellas presentes”. Como parte de ese proceso, los científicos del Planetario elaboraron mapas celestes que permiten apreciar las mismas estrellas que podían verse en los lugares y las fechas exactas del nacimiento y la desaparición forzada de las víctimas.

Estas son algunas de las constelaciones o asterismos creados por las organizaciones de víctimas. Foto: Joao Agamez - Centro de Memoria, Paz y Reconciliación

Estos mapas, que reposan ahora en los archivos de las organizaciones, son también una evidencia de cómo las estrellas nos vinculan a pesar del paso del tiempo. Muy poco ha cambiado el cielo que vemos ahora respecto del cielo vieron los desaparecidos hace varias décadas, e incluso, nuestros antepasados hace cientos de años. Nuestro tiempo es efímero en relación con el de los cuerpos celestes.

Ver a las personas desaparecidas en las estrellas “implica que están presentes, que siguen siendo luz para quienes se toman el tiempo de mirarles”, explica Sofía de la Hoz, de la colectiva Vuelve Pronto, una de las organizaciones participantes del proceso. Sofía dice que esta conexión poética es también una forma de “construir belleza del horror”. Porque, para ella, “a pesar de este horror de la desaparición, nosotras y nosotros seguimos siendo practicantes de la vida”.

María del Pilar Murad Martínez, miembro de la Escuela de Liderazgo de la Fundación Nidya Erika Bautista y familiar de víctimas de desaparición forzada, también piensa que este vínculo es una manera de seguir teniendo presentes a los desaparecidos: “Creo que es una forma de rehacer el nombre de esas personas ausentes, que igual siempre están con nosotros en espíritu. Es darles importancia a esas personas que, finalmente en vida y en tierra, eran parte de un núcleo que destruyó el conflicto”. En el cielo, además, pueden representarse todas las personas desaparecidas, que en Colombia son miles.

Vista desde el cielo de la acción pública de memoria del proyecto "Ausentes, estrellas presentes". Cortesía: Diego Llorente - Idartes

La relación con las estrellas tiene una enorme ventaja: una memoria contenida en el cielo es intocable e inmodificable. Así lo refiere Jose Antequera, director del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación: “Esa circunstancia que se pretende eliminar con la desaparición forzada, que es el derecho a enterrar, a reivindicar a los muertos en un espacio físico, tiene a partir de la acción de las organizaciones, de la resistencia, la imposibilidad de realizarse. Y en ese sentido es también un acto de trasgresión desde las víctimas frente a esa pretensión de hacer de la desaparición la imposibilidad de tener un lugar de memoria: las estrellas son el último lugar de memoria que nos podrían quitar”.

Un patrimonio común

El sitio más privilegiado de la tierra para observar el cielo está en Chile. En el desierto de Atacama están ubicados los complejos astronómicos más importantes del planeta. En ese mismo lugar, la dictadura de Agusto Pinochet construyó el campo de concentración de Cachabuco, donde fueron recluidos más de mil prisioneros políticos. Algunos de ellos fueron asesinados y desaparecidos entre la inmensa arena del desierto. En las últimas décadas, mientras los astrónomos rastreaban los cuerpos celestes en el limpio cielo que cubre el Atacama, las familiares de los detenidos desaparecidos buscaban los cuerpos de sus seres amados entre las planicies eternas.

Este es el argumento central del documental Nostalgia de la Luz (2010), del chileno Patricio Guzmán. El símil entre el trabajo de los astrónomos, las familiares y los antropólogos, todos ellos buscadores, se sitúa en una pregunta por las huellas que deja el pasado: en la arena, en el espacio, en la memoria.

Intervención de las organizaciones durante la acción pública de memoria. Foto: Joao Agamez - Centro de Memoria, Paz y Reconciliación

Los científicos entrevistados en la película reflexionan acerca de una relación material entre nosotros y los cuerpos celestes: que los seres humanos estamos compuestos de elementos químicos que también componen las estrellas. El astrofísico colombiano Camilo Delgado, líder de Astronomía del Planetario de Bogotá, explica que “los elementos químicos de nuestro cuerpo fueron originados en procesos estelares. En la sangre tenemos hierro, y ese hierro se produjo en las explosiones de estrellas… el calcio que tenemos en los dientes, el carbono, el nitrógeno, el oxígeno. Ahí hay una conexión muy fuerte con lo que somos. Somos polvo de estrellas que pensamos en las estrellas”.

La película de Guzmán es la inspiración central de “Ausentes, estrellas presentes”. Con ese referente, este proyecto buscó establecer una relación simbólica en la que las estrellas son el contenedor de la memoria de las personas desaparecidas. El mensaje de fondo es que los desaparecidos y las luchas de las víctimas nos pertenecen a todos y todas, tanto como las estrellas con las que compartimos orígenes.

Antequera reflexiona al respecto: “Las estrellas, en el fondo, son el más común de los patrimonios. También hacen parte de la naturaleza, pero de una naturaleza intocable, a diferencia del agua, de los ríos, que consideramos como un patrimonio común, pero que son explotables. Las estrellas están lo suficientemente lejos como para que sean patrimonio todavía inalterado, fuera de todo riesgo. De tal forma que cuando uno ve las estrellas, que son infinitas, y las vincula con las personas desaparecidas, su memoria puede hacer parte del patrimonio común”.

Galerías de la memoria de las organizaciones de víctimas, expuestas en el Planetario de Bogotá. Foto: Joao Agamez - Centro de Memoria, Paz y Reconciliación

Para las organizaciones de víctimas, esta es otra oportunidad para continuar manteniendo viva la memoria de sus familiares. Patricia Jiménez, secretaria técnica del Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado (Movice), capítulo Bogotá, así lo expresa: “Nosotras las víctimas lo que tenemos muy claro es que ellos están vivos, a través de nuestra memoria y de muchas maneras. Para nosotros, lo que ellos hicieron fue dar su vida para sembrar más vida. Lo que quisieron fue desaparecerlos, pero no lo van a lograr jamás; esa es nuestra tarea”. La acción pública en la Santamaría tuvo una especial importancia para Patricia, porque este 4 de noviembre se conmemoraron 29 años de la desaparición forzada de su esposo, Gustavo Salgado Ramírez.

Como parte de este proceso, las organizaciones también instalaron colectivamente una galería de la memoria en el segundo piso del Planetario, que estará abierta al público hasta el próximo 7 de noviembre. Es la primera vez que estas organizaciones unen sus galerías en un mismo espacio de la ciudad, exponiendo los rostros de las víctimas de distintos periodos y formas de este crimen, incluyendo los detenidos desaparecidos de la década de 1980 y los más recientes casos de ejecuciones extrajudiciales.

Hecha la conexión con las estrellas, en la arena de la Plaza se volvieron a escuchar las exigencias contra el olvido y la impunidad que las víctimas han expuesto públicamente durante las últimas décadas, con la pretensión de vincularnos a todas y todos en la búsqueda de los desaparecidos. En palabras de Gloria Gómez, de la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (Asfaddes): “Los desaparecidos son los ausentes siempre presentes en la memoria de los familiares. Pero los familiares queremos que estén siempre presentes en la memoria de la sociedad”. Ahora están siempre presentes en el cielo.

¡Hacer Memorias! Razones y Acciones

Entre julio y octubre de 2021 se realizó de manera presencial y virtual el curso “¡Hacer Memorias! Razones y Acciones”, en el que participaron 60 personas jóvenes de entre 18 y 25 años. El proceso de formación estuvo compuesto por dos tipos de sesiones: las de “razones” y las de “acciones”, que fueron intercaladas para generar un diálogo permanente entre elementos conceptuales y herramientas prácticas.

En las sesiones de “razones” se abordaron reflexiones que han sido producidas por distintos actores sociales como fundamento de sus propios procesos de construcción de memoria. En este grupo, además, se exploraron algunos instrumentos jurídicos nacionales e internacionales que han impulsado o fortalecido el campo de la memoria en Colombia.

En las sesiones de “acciones”, en cambio, exploramos repertorios, técnicas y herramientas. Profesionales de distintas áreas compartieron con las personas participantes sus conocimientos y sus particulares maneras de hacer en campos tan diversos como el performance, la escritura, la fotografía, el video y el muralismo.

En el transcurso del proceso, las personas participantes elaboraron anteproyectos de construcción de memoria que abordan distintos temas con variados repertorios.

El mito de Sísifo, un pódcast para reflexionar sobre cárceles, memorias y pandemia

Cinco mujeres y cinco hombres que estuvieron presos o tuvieron familiares detenidos en cárceles colombianas son los protagonistas de nuestro pódcast “El mito de Sísifo”. Ellos y ellas hacen memoria de su experiencia en la prisión desde su sensibilidad como artistas, líderes sociales, profesores, activistas contra los falsos positivos judiciales y firmantes de paz. Nos cuentan cómo y por qué fueron hechos prisioneros, pero también cómo resistieron al encierro, la monotonía y la represión.

 

Buena parte de ellos y ellas son exprisioneros políticos, que fueron capturados en momentos de alta conflictividad social, política y armada. Aunque la mayoría no han sido condenados, reconocen que las memorias de las vivencias carcelarias han sido silenciadas por la estigmatización y la persecución que enfrentan las personas privadas de la libertad. En este pódcast buscamos amplificar esas voces.

 

Este proyecto del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación, en alianza con El Espectador, surgió en el contexto particular de la pandemia, en el que nos preguntábamos por los impactos del confinamiento sobre la sociedad. En este periodo, además, fueron asesinadas 24 personas privadas de la libertad en la cárcel La Modelo de Bogotá durante una protesta motivada por el empeoramiento de la calidad de vida de los internos.

Puede escuchar “El mito de Sísifo” en Spotify o en su plataforma de audio favorita. Es un pódcast del Centro de Memoria en alianza con El Espectador que buscaba conversar, desde la memoria, sobre la experiencia de la cárcel y su relación con la pandemia.