El 4 y el 5 de diciembre de 2020 se realizó de manera virtual el encuentro de experiencias “Tejer Memorias en Tiempos de Crisis Democrática”, organizado por el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación; la Universidad del Rosario; la Universidad Pedagógica Nacional; y el Instituto Distrital de Patrimonio Cultural, con la participación de más de 30 universidades, instituciones y organizaciones.
Este encuentro fue fundamental no solo para poner en común investigación que se desarrollan actualmente con distintas perspectivas conceptuales y metodológicas, sino también para pensar colectivamente nuevas rutas en el campo de estudios de la memoria a partir de la realización de un balance del camino recorrido hasta ahora en Colombia.
El encuentro se desarrolló alrededor de cinco ejes temáticos. El primero, titulado “Historizar la memoria en Colombia”, planteó dos cuestiones centrales. La primera estuvo relacionada con la necesidad de reconocer la emergencia de nuevos actores en el campo de la memoria que no se consideran víctimas del conflicto armado, sino de procesos históricos de exclusión y discriminación, o que habiendo sido parte de la confrontación político – militar buscan poner en la escena pública memorias que no son necesariamente apologéticas.
La segunda cuestión que surgió en este eje fue la emergencia cada vez mayor de nuevas discusiones y apuestas metodológicas en el campo de estudios de la memoria, como por ejemplo, las relacionadas con los estudios culturales, el análisis de las dinámicas socioespaciales, el ecoturismo y los feminismos.
El segundo eje se tituló “Memorias, Patrimonios Plurales y Construcción de Paz”. Este eje entendió la memoria como un campo en el cual convergen o se articulan disputas propias de los campos simbólico, político y social. En esa línea, reconoció a la memoria como un recurso importante para ayudar a situar en una mejor posición en el escenario democrático a las comunidades y grupos históricamente excluidos. Además, reconoció la necesidad de tejer una alianza de múltiples prácticas de la memoria que diversifiquen la escena pública. Todo ello, valorando las tensiones que existen entre las formas comunitarias, institucionales y expertas de hacer memoria.
Este eje también se preguntó por la relación entre memoria, paz y democracia, concluyendo que no se trata de una relación de causa y efecto. Así, se planteó que la memoria puede dar lugar a procesos democratizantes y de construcción de paz, pero también puede reproducir relaciones autoritarias que buscan desconocer la pluralidad y regular el campo.
Frente a ambas cuestiones, el eje dejó abiertas dos preguntas: ¿Cómo pasar de unas memorias traumáticas a unas memorias emancipadoras, diversificadoras de la esfera pública? ¿Cuáles maneras de hacer memoria pueden fortalecer la democracia?
El tercer eje, titulado “Territorio, ambiente y memorias”, trabajó a profundidad el tema de la memoria ambiental, denifiéndola como una apuesta contrahegemónica que necesita ser visibilizada. Destacó que este tipo de memoria estudia los conflictos (armado, socioecológico) y las resistencias de las comunidades en relación con la naturaleza, la cultura, las prácticas productivas, las identidades. Además, consideró a las memorias ambientales como narraciones que están atravesadas por los cuerpos individuales y colectivos.
Este eje también planteó que en los procesos de construcción de memorias ambientales se generan prácticas de reconciliación con la naturaleza y de recuperación del tejido social, ambos afectados por el conflicto armado y por el extractivismo. En relación con esas prácticas se consideraron centrales las categorías de cuerpo, ritual, tradición, sanación y ancestralidad.
El cuarto eje se tituló “Educación, investigación y memoria”. Este eje planteó dos cuestiones ético-políticas. La primera, que los procesos de construcción de memoria deben estar orientados hacia un diálogo intergeneracional que reconozca la construcción de las subjetividades de niñas, niños y jóvenes. La segunda, que es urgente crear un movimiento pedagógico para el Nunca Más en América Latina. Los participantes de este eje reconocieron que en Colombia existen importantes trabajos sobre educación y memoria alrededor de los cuales se han articulado maestros y maestras.
Por último, el eje cinco, “Archivos, lenguajes y estéticas de la memoria”, señaló que existen “nuevas formas de hacer memoria” que se han constituido como una alternativa frente a una coyuntura que se percibe como negacionista, autoritaria, homogeneizante. Algunas de estas formas son: archivos, museos, lugares de memoria, prácticas rituales de duelo, antimonumentos, grafitis, muralismo, producciones audiovisuales, fotografías, grabados, blogs; expresiones musicales, danzarias, literarias; serigrafías, fotomontajes, tejidos, performance.
El eje planteó que estas expresiones están arraigadas en espacios y territorios concretos en los que las comunidades han construido lugares de memoria, resignificando de ese modo los espacios en los que se desarrolló el conflicto armado. Asimismo, consideró que las diversas narrativas allí desplegadas fortalecen las organizaciones e interpelan a los sujetos. En términos generales, los participantes del encuentro señalaron insistentemente la necesidad de generar redes de articulación para difundir los múltiples trabajos de investigación que están en curso o que han sido recientemente publicados. Además, para generar espacios de intercambio entre los distintos procesos de construcción de memoria que se llevan a cabo dentro y fuera de la academia. |