Este libro no hubiera sido posible sin el concurso del Semanario Voz, que tercamente lleva cincuenta y cuatro años difundiendo “la verdad del pueblo” junto a su director Carlos Lozano. El semanario puso todos sus archivos al servicio de esta investigación, así como su colección fotográfica, fuente única en la historia de la izquierda colombiana. Van también los agradecimientos a Martha, por su generosa ayuda en la búsqueda de los documentos del semanario, al Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos y su activa colaboradora, Luz Marina, encargada de los archivos; a Judith, por su invaluable cooperación en la transcripción de las entrevistas y el registro de nombres, a Johan, por su paciente labor en la elaboración de las gráficas del horror, al poeta José Luis Colegial, por sus consejos a la hora de escribir estas notas. Y por supuesto, a Clara López Obregón, la Alcaldesa Mayor de Bogotá, quien creyó, como Mariella Barragán, Secretaria de Gobierno, en este proyecto, e impulsaron la primera edición de esta obra en octubre de 2011. A Ana Teresa Bernal, Alta Consejera para las Víctimas y la Reconciliación, de la Administración del Alcalde Mayor de Bogotá, Gustavo Petro Urrego, por su apoyo a esta segunda edición. Y finalmente a Camilo González Posso, el caballero de la paz, y a todo su equipo del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación.
La tragedia de la Unión Patriótica es parte de la tragedia del pueblo colombiano. Por casi tres lustros –de 1985 a finales de 2000–, el país presenció una de las peores catástrofes históricas de América Latina: el exterminio de todo un partido político, la Unión Patriótica. Pero sería más adecuado decir permitió, pues en esos años de sacrificio de miles de líderes, militantes y simpatizantes de este grupo que nació tras los Acuerdos de Cese al Fuego, Tregua y Paz firmados por las guerrillas de las FARC y el gobierno de Betancur, en marzo de 1985, primó la indiferencia frente al genocidio.
Todos y todas de mi generación vivimos esos años terribles con el corazón en la mano cuando oíamos las noticias en la radio, leíamos los periódicos o veíamos los noticieros: día a día caían asesinados por las balas de la intolerancia, integrantes de ese movimiento surgido en los Acuerdos de Paz. Habían asumido las lides por la renovación social con fuertes convicciones democráticas como las de Jaime Pardo Leal, José Antequera o Bernardo Jaramillo Ossa, para sólo citar a algunos.
El libro Unión Patriótica. Expedientes contra el olvido, del periodista Roberto Romero Ospina, sobreviviente él mismo de la razzia sin nombre, traza un cuadro bien acabado de lo que significa aún para el país el holocausto de la UP, mediante una documentada investigación que resalta ante todo los nombres completos de 1.598 víctimas en todo el país. Un prólogo alarmante que se presenta por primera vez al país.