Guía pedagógica para la conmemoración del 9 de abril de 2023

El 9 de abril se recuerda el asesinato del líder político Jorge Eliecer Gaitán, ocurrido en 1948, y se conmemora el legado de su trayectoria política, el papel social que desempeñó y lo que representó como figura pública para la sociedad colombiana antes de su deceso. Este acontecimiento ha sido estudiado y es considerado como un hito que desbordó la violencia política y profundizó los conflictos sociales del país. Estas razones llevaron a los integrantes del Congreso de la República a designar el 9 de Abril como el “Día nacional de la memoria y la solidaridad con las víctimas del conflicto armado”, a partir de la entrada en vigencia de la Ley 1448 de Víctimas y Restitución de Tierras, aprobada en el año 2011¹. Se espera que en esta fecha se lleven a cabo distintas acciones simbólicas de carácter cultural y sociopolítico que propicien la reflexión sobre las consecuencias que ha dejado la violencia del conflicto armado y, sobre todo, que se conviertan en manifestaciones de reconocimiento a las víctimas que éste ha dejado. Es por ello que este día se reconoce como una oportunidad para recordar cómo nos afectaron décadas de violencia y cómo los sobrevivientes de estos hechos victimizantes siguen luchando y resistiendo como sujetos políticos activos que continúan con sus proyectos de vida.


¿Que contiene esta guía?

Cuatro guías pedagógicas con actividades que permiten conmemorar el día de solidaridad con las víctimas a partir de promover distintas capacidades socioemocionales y ciudadanas desde las cuales se busca reflexionar sobre lo que nos han enseñado el conflicto armado y no quisiéramos repetir. Así mismo, estas actividades buscan conmemorar el papel y el lugar de las víctimas en la construcción de un país que le apuesta a la paz, a la inclusión y al reconocimiento de la vida digna en medio de la diversidad. Todas estas actividades están sustentadas en estrategias y herramientas pedagógicas pensadas para que la comunidad educativa participe activamente según sus condiciones y contexto. Teniendo en cuenta las necesidades y contextos diferenciados, se presenta entonces una guía para educación inicial, otra para primaria, otra para secundaria y otra para desarrollar con familias y cuidadores. 

Almas Que Escriben – Vidas en medio del conflicto

Almas-que-escriben-vidas-en-medio-del-conflicto

Quienes abran este libro se encontrarán con un instrumento poderoso: la historia contada, narrada por quienes han sido víctimas de la guerra, pero también por quienes hicieron parte de la confrontación armada y decidieron deponer las armas e integrarse a la vida civil.

Recordar para que no vuelva a pasar, entender lo que sucedió y no olvidar que, sin importar de dónde provenga, el dolor de cada víctima tiene la misma importancia, son los objetivos fundamentales del trabajo que realizamos en el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación. Un Centro que desde el inicio de la actual administración se ha convertido en un espacio de todos, en donde las víctimas y los distintos actores del conflicto construyen conjuntamente un mejor mañana, de la mano con la ciudadanía, la institucionalidad, los organismos internacionales y todo aquel que esté dispuesto a contribuir, escuchar al otro y trabajar conjuntamente.

Estos objetivos surgen de un análisis profundo y muchas discusiones acerca del papel que debe jugar Bogotá como ciudad capital, pero también como escenario de conflicto en donde el miedo se convirtió en elemento constitutivo de la cotidianidad de quienes residen en la ciudad. Es precisamente ante este desafío que decidimos como Centro de Memoria, Paz y Reconciliación hacer una apuesta arriesgada pero absolutamente necesaria para una ciudad que necesita encontrarse y no dividirse, ponerse metas comunes y caminar hacia una paz para todos, una paz al 100%.

La apuesta consiste principalmente en generar espacios y desarrollar procesos que permitan el encuentro, que desde lo artístico, Almas que escriben. Vidas en medio del conflicto armado, lo cultural o lo pedagógico generen el clima de confianza para que quien llegue sienta la tranquilidad de expresar sus opiniones, contar sus experiencias y manifestar sus miedos, sin que esto excluya al otro de hacer lo mismo en las mismas condiciones.

Claramente, no es una tarea fácil porque como sociedad aún nos queda camino por recorrer, aún no aprendemos a respetarnos, a escuchar y a entender que seremos mejores cuando podamos convivir, discutir sin odio y acogernos a las reglas de juego propias de un Estado de Derecho.

Quienes abran este libro se encontrarán, entonces, con ese instrumento tan poderoso que es la historia contada por quienes han sido víctimas de la guerra y también por quienes hicieron parte de la confrontación armada y decidieron deponer las armas e integrarse a la vida civil. Son narraciones personales que nos hablan desde lo más íntimo de cada uno de los escritores, y a la vez son documentos políticos que nos relatan los estragos
de la guerra en la cotidianidad de personas de los más diversos
contextos.

Pero el ejercicio de la escritura no solamente fue el vehículo para llevar estas historias invaluables a los lectores, sino una herramienta a través de la cual los autores pudieron dar nuevos significados a sus experiencias y a sus relatos. Les permitió reconocerse verdaderamente en su propia historia, y de reconocerse también en las de otros participantes, propiciando relaciones de confianza y de solidaridad que fortalecieron la experiencia para todos. Fue, por todo esto, un proceso de auténtica reparación a través de la escritura, y el resultado es este libro que contiene y transmite toda la fuerza que se vivió a lo largo de estos meses.

Después de este ejercicio en el cual los protagonistas del conflicto armado se han atrevido a mirarse a sí mismos y a contarnos lo que vieron, nuestra tarea como sociedad es vernos reflejados Almas que escriben. Vidas en medio del conflicto armado en estos relatos y hacernos responsables de nuestras propias historias. Y si llega el día en que no se hable más sobre el conflicto que ha recorrido esta ciudad y este país, y caemos en el riesgo del
olvido, estarán las voces de Almas que Escriben para recordarnos que la mejor forma de sanar es relatar lo que hemos vivido.

 

Gustavo Alberto Quintero Ardila
Alto Consejero para los Derechos de las Víctimas,
la Paz y la Reconciliación

Cuando la historia es recuerdo y olvido

El siguiente texto reúne los resultados del proyecto de investigación institucional Remembranza, contradicción y ciudad. Memorias de los conflictos y las violencias en Bogotá, realizado desde el Instituto para la Pedagogía, la Paz y el Conflicto Urbano de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, IPAZUD. El proyecto se dirigió a la indagación de unas cuestiones que tienen sobre sí inmensos desafíos: los recursos, los modos y las orientaciones con los cuales los agentes sociales tramitan en la memoria los conflictos que atraviesan el discurrir de la ciudad y la vida urbana. De entrada se puede señalar que los desafíos que rondan estas cuestiones proceden de los efectos de varias tradiciones: en primer lugar de los efectos de una tradición que tiende a revestir a la memoria como un objeto compartido que conserva canónicamente una versión única de los hechos sucedidos o de aquella otra que la presenta como un objeto emergente en unas versiones alternas a contracorriente de cualquier estructura dominante o hegemónica; en segundo lugar de los efectos de una tradición que percibe el conflicto solo en acontecimientos con claras demarcaciones en el tiempo y el espacio o de aquella otra que lo prolonga como un rasgo sin especificidades que absorbe al conjunto de expresiones contradictorias de la ciudad y la vida urbana; en tercer lugar de los efectos de una tradición que tiende a escindir los estudios de la ciudad de los estudios en la ciudad, estableciendo como objetos separados la ciudad como estructura de larga duración y el conjunto de fenómenos localizados que irrumpen, bien en un momento específico del desarrollo urbano, hora en algunas facetas de la vida urbana. 

Los efectos de estas tradiciones conducen a que la indagación de las memorias de los conflictos de la vida urbana quede expuesta a recluirse en los testimonios de unos agentes particulares, ubicados en unos entornos específicos y sujetos a los acontecimientos sobrevivientes o a los padecimientos recurrentes de una ciudad que no obstante no se retrata en sus estructuras o a extenderse en los discursos de un agente metafísico como la sociedad urbana, vaciado o atenuado en sus múltiples diferencias y al que se considera afectado sin distingos por eventos coyunturales o por vicisitudes permanentes en independencia de las condiciones de cualquier agente en particular. En uno u otro caso la indagación queda sometida no solo a una lectura de la memoria sino, igualmente, a una lectura del conflicto, que concurren en las ideas corrientemente invocadas del trauma y la secuela: la memoria prendada a un localismo sin estructuras o atada a unas estructuras sin localización reviste al conflicto como una expresión que sucede en un lugar pero que debe su génesis a otro que no obstante le es extraño; así, el conflicto se recuerda como una expresión desestructurada, una presencia local pero causada en una estructura ausente o invisible, o como una expresión dislocada, un factor estructural evanescente del cual solo sus remanentes contingentes se instalan en localizaciones o emplazamientos concretos. En cualquiera de estos casos, el conflicto es recordado como una constante que, por la invisibilidad de factores estructurales o por la reiteración en unos emplazamientos específicos, se erige como un rasgo inveterado de determinadas sociedades o de ciertos grupos sociales que se mantiene sin mayores modificaciones en el transcurso del tiempo.