Por Fernanda Espinosa Moreno, equipo del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación
Se cumplen cinco años de los acuerdos de paz entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las FARC-EP. Sin embargo, estamos en un escenario de posconflicto difícil y con varios riesgos, lejos de la consolidación de la paz.
Las violencias se están recrudeciendo en algunas regiones del país. De ello es evidencia el aumento del desplazamiento forzado, de los homicidios y el asesinato de firmantes de paz y de líderes sociales. Además del incremento de las disidencias, actores armados dispersos y disputas por control territorial.
La historiografía del siglo XX en Colombia coincide en identificar dos grandes ciclos de violencia en el país: el primero es el periodo conocido como La Violencia Bipartidista y el segundo es el ciclo que se inicia con el conflicto armado y las guerrillas contemporáneas. Entre esos dos periodos hubo un breve periodo de pacificación que el historiador Robert A. Karl ha denominado como la “paz olvidada”. Francisco Gutiérrez Sanín y otros investigadores han alertado que podríamos estar frente a la apertura de un tercer ciclo de violencia en pleno siglo XXI. Analizar la violencia en una línea de largo plazo con perspectiva histórica es fundamental para preguntarnos y caracterizar el presente.
En esta semana de conmemoración de los cinco años del acuerdo el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación (CMPR) y El Espectador se unieron para realizar el Foro Retos y Avances para la Paz en Colombia, con el objetivo no únicamente de revisar los avances en la implementación del acuerdo, sino especialmente de plantear los retos de construcción de paz que sigue teniendo el país en un contexto de crecimiento de violencias. En la apertura del foro, Jose Antequera, director del CMPR, señaló: “Hay temas de reflexión muy importantes en este momento que quisiéramos plantear de cara no simplemente a la implementación, sino a la situación actual que estamos viviendo en el país. Una situación trágica en muchos aspectos… implica necesariamente razones y motivos para pensar en cómo abordar el problema de la paz completa hoy en el año 2021”. En este foro se analizaron, precisamente, los temas fundamentales de la construcción de paz hoy.
El primer panel, “Movilización por la paz”, fue moderado por Marcela Osorio, subeditora de elespectador.com, y contó con la participación de Medófilo Medina, profesor de la Universidad Nacional de Colombia, y Jose Antequera, director del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación. La reflexión de este panel inició señalando que Colombia ha vivido episodios recientes de aumento de la movilización social, un periodo de movilizaciones que se abrió hace dos años con el 21N y que tuvo un pico en el estallido social que inició en abril de 2021.
De acuerdo con Medófilo Medina, “el estallido social es como un gran resumen no explícito sino implícito del proceso de paz. Sin la paz firmada, así sea muy golpeada, tal vez esas muchedumbres no se hubieran movido en la misma proporción, porque es distinto cuando vendían sobre el público la idea de que cualquier movimiento, y sobre todo de este carácter, era una maniobra producto de la infiltración de las FARC”. Antequera, por su parte, señaló que el mayor éxito del Acuerdo de Paz es la apertura democrática que de facto ha producido: “Cuando se produce la movilización del 21N, ese desborde ciudadano está marcado por el hecho de que hay un efecto automático del Acuerdo de Paz que contrasta con su desastrosa implementación: la apertura democrática de facto que ha producido” La sociedad necesita vislumbrar cómo esta efervescencia social puede canalizarse hacia la construcción de paz.
El segundo panel fue sobre “Política de drogas”, en el cual se discutió acerca de las políticas implementadas en este punto del Acuerdo y, particularmente, sobre la erradicación forzada y la aspersión aérea. Este panel contó con la participación de Pedro Arenas, cofundador de la Corporación Viso Mutop; Ernesto Samper Pizano, expresidente de Colombia; Catalina Gil Pinzón, Oficial de Programa – Programa Global de Políticas de Drogas en Open Society Foundations, y fue moderado por Élber Gutiérrez, jefe de redacción de El Espectador.
Catalina Gil inició el panel con una evaluación general de la política de este gobierno, que se puede resumir: “En política de drogas, en el país no estamos haciendo caso a la evidencia. Causamos daño, malgastamos recursos, somos ineficientes y repetimos errores del pasado”. Pedro Arenas, por su parte, realizó un balance de la implementación del Acuerdo, específicamente en la sustitución voluntaria de cultivos: “Estamos en el quinto año de la firma del Acuerdo y un poco más del 1% del total de familias participantes del Programa Nacional Integral de Sustitución de Cultivos de Uso Ilícito ha recibido los recursos para proyectos productivos. Lamentablemente en la mayoría de lugares, con la llegada de la administración del presidente Duque, se dio un trastocamiento de la política pública establecida en el Acuerdo de Paz”.
El expresidente Ernesto Samper Pizano señaló que, “sin duda, hoy día existe una estrecha relación entre el tema de los cultivos ilícitos, su desarrollo y el tema del conflicto armado. Se está produciendo una metástasis del conflicto nacional, que vivíamos antes de los acuerdos de La Habana en zonas estratégicamente muy importantes. En esas zonas, por ejemplo, en Nariño y Catatumbo, está el 56% de los cultivos ilícitos del país. Ustedes recordarán que los dos primeros puntos del Acuerdo eran el tema de tierras y el tema de sustitución social de cultivos y esos son exactamente los temas en los cuales hay mayor incumplimiento de los acuerdos, por eso están matando a los líderes sociales”. Una de las conclusiones de este panel es que, sin lugar a dudas, discutir la política de drogas e implementar la sustitución son fundamentales para desactivar las nuevas violencias que se avizoran.
El tercer panel analizó la posible apertura de un “Tercer ciclo de violencia”. Este panel estuvo conformado por María Victoria Llorente, directora ejecutiva de la Fundación Ideas para la Paz; León Valencia, director de la Fundación Paz y Reconciliación; Camilo González Posso, presidente de Indepaz; y fue moderado por Fernanda Espinosa, coordinadora del Área de Gestión del Conocimiento del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación. Ante la pregunta de si realmente el país está entrando en un nuevo ciclo de guerra hubo distintas posturas, aunque se coincidió en la existencia de riesgos por el incremento de violencias.
María Victoria Llorente puntualizó que existen zonas con actores preexistentes que se han fortalecido, unas guerras locales sin actores nacionales. “Creo que es muy temprano para hablar de un nuevo ciclo, pero sí hay unas señales de riesgo muy complicadas y la estrategia que hay para estabilizar estas zonas es muy preocupante, porque estamos en una lectura distinta confundiendo la política de seguridad con la política antinarcóticos. No se está siendo eficaz en contener el crecimiento de esta violencia”, explicó Llorente. También destacó condiciones históricas de fragilidad institucional en algunos territorios que están facilitando que este tipo de fenómenos violentos se reproduzcan.
Por su parte, Camilo González Posso dijo que “ni por razones armadas, ni políticas, ni nacionales, ni locales, podemos decir que estamos en el inicio de una tercera guerra. Que vamos a ver dinámicas violentas sí, pero violencias de otro tipo en otras circunstancias”. Con cifras en mano, argumentó su afirmación señalando que “el reordenamiento armado es degradado y sin posibilidades de procesos de poder. Las disidencias no tienen el 25% de la fuerza que tuvieron las FARC en 2010. Su capacidad de daño, de desestabilización, no llega al 10%. No hay un reemplazo de un sujeto armado. Las disidencias no tienen futuro”.
Para hacer frente a estas nuevas violencias, González Posso destacó: “El liderazgo de los gobiernos es fundamental para enderezar el camino. Las políticas públicas, de Estado, planes de desarrollo y de inversión están en juego”o. Por otra parte, León Valencia expresó que “después del Acuerdo de Paz quedaron unos leños prendidos: ELN, disidencias, algunas micro guerras en los territorios, la tensión con Venezuela, las grandes organizaciones del crimen organizado y una protesta social intensa. Había una oportunidad de echarles agua o gasolina a esos leños. Y el gobierno decidió echarles gasolina”. A pesar de ello, su conclusión fue más positiva destacando que “este proceso de paz vive y vivirá a pesar del gobierno. La resistencia de las comunidades, de la sociedad, de nuevos actores políticos y de la comunidad internacional es lo que de verdad nos ha impedido llegar a un tercer ciclo de violencia”.
En las conclusiones, Humberto de la Calle, ex negociador de paz, fue enfático en señalar que no se puede pensar que el Acuerdo de paz fracasó a pesar de ciertas preocupaciones que se concentran en determinadas zonas del país: “Sí hay una consigna de destrucción de tejido social y de voces alternativas que han ido creciendo, pero eso no significa que haya fracasado el Acuerdo y que estemos ad portas de un nuevo ciclo de violencia”.
De La Calle destacó que el Acuerdo no ha fracasado y que la paz va. “El acuerdo abrió la brecha, de manera irreversible, de una paz que estaba presa y situada en una burbuja que no correspondía a la de buena parte de los colombianos. Hoy el concepto de paz arraigó en la mentalidad, aun en medio de dificultades”. Más que un tercer ciclo de guerra, De La Calle caracteriza el actual momento como un posconflicto traumático y pedregoso: “Lo que está claro hoy es que continuar con la estrategia de plomo y glifosato no va a funcionar”.
En este quinquenio tras la firma del Acuerdo Final de Paz con las FARC está claro que hay muchos retos aún en la construcción de paz completa. En este foro se analizaron los más importantes desafíos que tiene el país para hacerle frente a la posible apertura de un nuevo ciclo de violencias. Destacando la necesidad de que el crecimiento de la movilización social aporte a la construcción de paz; se haga tránsito a una política de drogas que permita hacer frente a las disputas por las rutas del narcotráfico, al lavado de activos, y a los desafíos de la sustitución; y de que se analicen con detenimiento las características de las nuevas violencias reconociendo las dinámicas de los actores armados que continúan. Análisis que son fundamentales para pensar el país hoy.