El Corazón no Olvida – Lucha, en el Mes de la Paz y las Juventudes Populares en Bogotá

  • Durante el mes de septiembre se realizaron más de ocho actividades que le aportaron a la construcción de memorias vivas en la ciudad, las cuales estuvieron a cargo del Colectivo Epsilon y la Red Distrital de Jóvenes Populares por la Paz.

Septiembre llegó a Bogotá con un aire de esperanza y resistencia. En la localidad de Rafael Uribe Uribe, la música, el cartelismo, la pintura y los diálogos intergeneracionales se convirtieron en la banda sonora de un mes dedicado a la paz y a las juventudes populares. Bajo el lema “El Corazón no Olvida: lucha”, jóvenes de diferentes zonas de Bogotá se unieron para construir un espacio de reflexión y acción que desbordó creatividad y compromiso.

Las actividades, impulsadas por el Colectivo Epsilon y la Red Distrital de Jóvenes Populares por la Paz, contaron con el respaldo del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación (CMPR). En cada rincón, en donde estaban los talleres de tejido hasta caminatas por el barrio, los jóvenes reivindicaron su papel en la construcción de un futuro en paz, uno donde las huellas de las violencias que llegan a sus territorios no definen su camino.

 

Entre las actividades destacadas, murales colectivos, un encuentro organizativo para las juventudes, y homenajes a las resistencias y memorias de aquellos que han luchado por dignidad y justicia en tiempos de incertidumbre. Las manos jóvenes, llenas de color y determinación, plasmaron en las calles y paredes imágenes de esperanza y resistencia, recordando que el arte puede ser un potente vehículo para el cambio social.

Las memorias vivas se convirtieron en el eje de cada conversación. En cada rincón de la localidad, los relatos sobre la masacre del Sur Oriente resonaron con fuerza, un recordatorio de que la lucha por la justicia sigue viva. El 30 de septiembre de 1985, once personas en estado de indefensión fueron asesinadas mientras repartían leche en una zona vulnerable de la ciudad. Esa historia, se entrelazó con las experiencias contemporáneas, como la masacre de 2020, donde trece jóvenes perdieron la vida en el marco de protestas en Bogotá. Así, la memoria se convirtió en un hilo conductor, unificando pasados y presentes en la búsqueda de un futuro mejor.

A medida que el mes avanzaba, los encuentros y talleres continuaron. La participación de la Subdirección de Juventud de la Secretaría de Integración Social enriqueció el proceso, con talleres que sensibilizaban sobre la importancia de la memoria y la paz. Este trabajo conjunto entre el CMPR, el colectivo Epsilon y otras organizaciones locales fortaleció las diferentes voces de las juventudes, uniendo sus luchas y resistencias.

Un trabajo articulado por las juventudes de Bogotá

El 26 de agosto, en una reunión decisiva, se delinearon las actividades que darían vida al mes de la paz y las juventudes. Con un acuerdo que abarcaba siete eventos en Rafael Uribe Uribe y uno en Bosa, los compromisos se formalizaron en un ambiente de cooperación. Las y los jóvenes se convirtieron en arquitectos de su propia agenda, proponiendo un calendario lleno de actividades que iban desde charlas hasta presentaciones artísticas, reflejando la diversidad y la riqueza cultural de sus comunidades.

El mes de septiembre culminó en una gran jornada de cierre, donde las risas, los abrazos y una olla comunitaria les convocó. Con un ritual que se realizó en medio del frío bogotano, se escucharon las historias compartidas y los sueños forjados en resistencia. En Rafael Uribe Uribe, la juventud no solo recordaba, sino que también se comprometía a seguir luchando por un futuro en paz.

Así, en medio de la pintura, el arte y la memoria, Bogotá se llenó de vida y esperanza. Porque el corazón no olvida, y la lucha continúa. La juventud se levanta, no solo para recordar, sino para crear un futuro donde la paz no sea un sueño, sino una realidad.