De susurros a resonancias: Un viaje de juego y reflexión por las memorias de las niñas y los niños
En ‘Camino a Casa’ una sala llena de juguetes, cuentos, títeres y colores brillantes, se escucharon las risas y murmullos de 25 niños y niñas, hijos e hijas de la paz[1], que se sumergieron en un proceso pedagógico que despertó la creatividad y el reconocimiento de sus propias historias. Este proceso, denominado «De susurros a resonancias», se convirtió en un espacio para la memoria, un lugar donde cada trazo, cada figura armada en palitos de madera y pintura, y cada palabra escrita tejían una narrativa colectiva, cargada de historias que marcaron sus vidas y las de sus familias.
Durante cinco sábados (cada quince días), las niñas y los niños participaron de una experiencia donde el juego, la exploración, la literatura y el arte se fusionaron con el recuerdo y la reflexión. Este proceso, específicamente diseñado para los hijos e hijas de los firmantes del Acuerdo de Paz con las antiguas FARC -EP, tuvo como objetivo principal reconocer la relación entre memoria y patrimonio, a través de la construcción de sus subjetividades, los territorios de los que provienen, así como los que habitan en la actualidad y los vínculos que han construido.
Se promovió un escenario de escucha, en el que la analogía del susurro permitió que sus experiencias y sentires se manifestaran y la resonancia hiciera un llamado al mundo adulto a escucharles.
Desde el principio, las niñas y los niños fueron los protagonistas. En las mesas, el escenario estaba dispuesto para que, con lápices de colores, pinturas y plastilina, dibujaran y modelaran lo que para ellos era importante: los territorios que los vieron nacer, las anécdotas de sus experiencias y los recuerdos contados por sus padres y madres.
El ambiente fue de aprendizaje intergeneracional. Padres, madres y familiares de los niños y niñas se unieron al proceso, compartiendo sus propias vivencias y abriendo un espacio de escucha mutua. Fue un puente de comunicación, en el que tanto los niños y niñas como las personas adultas pudieron reconocer las experiencias que los unían a los territorios y a sus historias familiares. Así, el juego, aunque sencillo, se convirtió en una herramienta poderosa para explorar la identidad, la memoria y el arraigo.
Al finalizar el proceso, llegó el día esperado: la exposición que reunió los frutos de todo el trabajo realizado. En la apertura del espacio leyeron “Guillermo Jorge Manuel José” un cuento que les permitió entender y compartir con las y los asistentes el poder de la memoria, a través de los ojos de un niño que emprende una búsqueda para recuperar los recuerdos de su amiga.
Enseguida, quitapesares, habladores, dibujos, y hasta “El monstruo de la patria del corazón” creado por las niñas y los niños, se presentaron en una muestra que desbordó creatividad y emoción. Ese día, asumieron el rol de guías del evento, llevando a sus padres, madres y familiares por cada rincón de la exposición. En sus palabras y gestos estaba la narración de sus historias, su manera de ver el mundo y de vincularse con el pasado y el presente.
La jornada estuvo llena de risas, juegos y momentos de reflexión. Los niños y niñas invitaron a los asistentes a apreciar cada una de las obras, compartieron sus sentires, sus sueños y sus recuerdos, invitándoles a construir memoria colectiva que aporte a la paz.
Sobre el proceso
Este proceso pedagógico fue un ejercicio de reconocimiento, escucha y diálogo para fortalecer los vínculos entre las familias, los territorios y las memorias vivas. A través de metodologías artísticas, se logró que los niños y niñas expresaran sus emociones, sentires, preguntas, pensamientos y reflexiones.
La intención pedagógica, trabajada desde el Equipo de Pedagogías de la Memoria del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación (CMPR), el Instituto Distrital de Patrimonio Cultural (IDPC) y la Agencia para la Reincorporación y Normalización (ARN), tuvo como objetivo garantizar el cumplimiento de los derechos fundamentales de estos niños y niñas, tal como lo estipula la Corte Constitucional a través del Auto 826, que insta al Estado a asegurar la reincorporación integral de los firmantes de paz, con especial énfasis en las garantías culturales. La memoria y el patrimonio, en este caso, no es solo un recuerdo del pasado, sino una herramienta de construcción de presente y futuro.
La exposición fue un espacio para compartir el trabajo realizado y reflexionar sobre el impacto de este proceso en la vida de los niños y niñas, y cómo sus historias, sus territorios y sus memorias contribuyen a la paz y la reconciliación. Su alegría, sentido de pertenencia y capacidad creativa, nos recordaron que el futuro de la paz se construye con las infancias, haciendo uso de los juegos, el cuerpo, la expresividad, los cuentos y la capacidad de escucha de todos y todas.
[1] Es así como los y las firmantes de paz han nombrado a sus hijas e hijos, quienes nacieron luego de la firma del acuerdo de paz entre el Gobierno Nacional y las FARC-EP.